1. De cómo me convirtieron en una putita (final)


    Fecha: 03/06/2018, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    -¡Ah, mirá vos! ¡contame, perrita! ¡contame! –me exigió y le conté, mirando al piso por la vergüenza, todo lo que había pasado.
    
    Él estalló en una carcajada y dijo mientras mis mejillas parecían a punto de encenderse en llamas: -¡Pero, claro! ¡Jorgelina! ¡jajajajajajajajaja! ¡No se nos había ocurrido con Álvaro! Pero sí, a partir de ahora sos Jorgelina, si sos casi una chica de tan lindo, ¿eh, Jorgelina? –y volvió a reír justo en el momento en que sonaba el timbre. Fue a abrirle al veterinario y cuando éste estuvo en el dormitorio me dijo: -Vamos, Jorgelina, contale al señor lo de esa vieja.
    
    -¿Jorgelina? –preguntó, intrigado, el señor Álvaro.
    
    -Sí, se llama Jorge pero ya te va a contar. ¡Vamos, perrita, contale al amigo Álvaro! Pero antes desnúdate, vamos.
    
    Me desvestí y mi dueño me puso el collar ante la impaciencia del señor Álvaro. Cuando le conté lanzó una carcajada e inmediatamente convinieron que desde ese momento me iban a llamar Jorgelina. Me sentí humillado, pero también muy excitado ante esa feminización de mi nombre por idea de doña Lola y que ambos hombres hacían propia. Mi esclavización se iba acentuando y se hacía cada vez más perversa.
    
    -A ver, subí a la cama, Jorgelina, quiero ver cómo está ese agujero.
    
    Obedecí, me puse en cuatro patas y el señor Álvaro me abrió las nalgas para que mi dueño pudiera ver mi orificio.
    
    -¡Está perfecto! ¡bien rosadito!
    
    -¡A darle, entonces, mi amigo! –e inmediatamente se desvistieron.
    
    -¿Qué agujero elige, ...
    ... Álvaro?
    
    -El culo, si no le molesta, Natalio…
    
    -No, ¿qué va a molestarme? Además, usted no sé, pero yo tomé viagra…
    
    -¡Yo también, Natalio! ¡jajajajajajaja!, así que después cambiamos…
    
    Don Natalio se ubicó de pie ante mí blandiendo su pene semierecto.
    
    -Vamos, Jorgelina, dale unos besitos… -me ordenó y después de unos besos en el glande y el tronco el pene se mostró bien parado y así mi dueño me lo metió en la boca profundamente, hasta provocarme arcadas. Lo retiro un poco y comencé a chupárselo justo en el momento en que me entraba el ariete del señor Álvaro hasta el fondo de mi culo hambriento. Sus huevos golpeaban rítmicamente contra mis nalgas y yo seguía mamando hasta que de pronto y casi al mismo tiempo sentí los chorros de semen en el culo y en la boca, mientras ellos rugían como animales y caían sobre la cama. Yo quedé temblando unos segundos y después también me derrumbé excitadísimo, con el pito erecto y muchas ganas de masturbarme, aunque sabía que me era imposible hacerlo sin permiso.
    
    Entonces ocurrió algo imprevisto. Sonó el timbre y mi dueño y el señor Álvaro saltaron de la cama sobresaltados.
    
    -¿Espera a alguien, Natalio?
    
    -No. Contestó don Natalio mientras se vestía apresuradamente e iba hacia la puerta. El señor Álvaro también se vistió y me mandó a esconderme en el baño.
    
    Desde allí escuché, asombrado, la voz de doña Lola que hablaba con don Natalio y con el señor Álvaro. Fue éste quien abrió la puerta del baño: -Salí, Jorgelina. –me dijo y ...
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