La tercera jaula
Fecha: 05/03/2022,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: morvocita, Fuente: CuentoRelatos
... dejando una sensación de calor en su rostro que rápidamente se convierte en un dolor agudo.
Recordando su adiestramiento Laura se apresura a volver a su posición de espera, nuevamente se arrodilla ante su amo con la mirada al suelo mientras las lágrimas ruedan por la piel de su pómulo inflamado.
El posa una mano sobre la cabeza de Laura y extendiendo la otra frente a la cara de ella le ordena:
-Limpia con tu lengua mi guante, sucia de mierda.
Ella acata la orden de su amo inmediatamente, comienza a lamer desesperada cada pliegue de su guante, se inclina y recorre con su lengua el cálido cuero entre los dedos, la palma, los nudillos mientras en su vagina sus labios hinchados babean, sus jugos recorren sus muslos una vez más.
El Amo empuja con su mano la cabeza de ella penetrando con sus dedos la boca, haciendo presión como si intentara meter toda su mano hasta la garganta.
Ella siente como se estiran sus labios hasta ajeársele la piel.
Siente aquellos dedos en su boca como van cada vez más profundo presionando su lengua hasta su garganta. Haciendo arcadas una y otra vez escucha los insultos Y amenazas que su amo murmura a su oído.
-Te voy a enseñar a obedecerme puta asquerosa. Crees que podes hacer lo que quieras? ahora te voy a violar esa boca sucia de puta que tenés para que aprendas a hablar solo cuando te lo ordeno! Cada vez que te la saque de la boca me vas a pedir perdón por desobedecerme y vas a dar las gracias por usarte hoy. Entendiste ...
... pedazo de mierda?
Concluyo mientras sacudía la cabeza de Laura de arriba hacia abajo haciéndola asentir.
-Abrí la boca y jadea como perra, puta! -Le grito.
Dividió su cabello en dos mechones, enredó uno en cada mano y con un tirón fuerte llevo la cabeza de Laura hacia su entrepierna.
Laura sintió el tirón y su cara rozando el ajustado pantalón, la textura de la prenda mojándose con su saliva, el calor de la piel al otro lado de la tela, el bulto que crecía mientras ella lamia incómodamente, jadeaba y babeaba como un perro al beber agua.
Refregaba su adolorida cara masajeando el miembro de su amo que crecía y se hinchaba tensando la tela, disfrutaba con cada pasada el tacto, agradecía estar en esa posición, ser tratada como una “cosa”, ser usada, humillada, pero lo que más disfrutaba era el dolor de sentirse tan excitada y no ser libre de tocarse. Sus jugos se escurrían entre sus piernas temblorosas y el deseo de tocarse aumentaba con cada maltrato, con cada insulto, con cada orden.
Laura sabía bien que él era su dueño y decidía cada cosa, cada acción que ella debía hacer, para eso la había adiestrado.
Recordaba cada palabra de desprecio; Puta asquerosa, Basura inútil, pedazo de mierda.
Cada orden; ven aquí sucia!, sentada como perra!, en cuatro y ladra, Infeliz basura! Baja la mirada puta idiota! Agradéceme que te violo puta de mierda! Ruega como la mierda que eres!
Cada amenaza; si me vuelves a mirar a los ojos te voy a arrancar las tetas me oíste ...