Dos cuñadas y una cama
Fecha: 05/01/2022,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos
-Es que no hay quien duerma, ronca cómo un condenado.
-A mí también me despertó. ¿Siempre ronca así de fuerte?
-No, ronca así después de emborracharse.
Rita y Rosa eran dos cuñadas veinteañeras. Rita era pelirroja, con el cabello largo, tetas medianas, ojos azules, anchas caderas, cintura normal y buen culo. Rosa era morena, delgada, los ojos marrones, tenía las tetas pequeñas, la cintura fina, caderas normales y culo redondo. En camisón tomaban un vaso de leche en la cocina de la casa de la primera. Rosa le dijo a Rita:
-Si quieres puedes dormir conmigo.
-No sería mala idea, así no me ronca al oído.
Había sido la fiesta del pueblo y Rosa comiera y cenara con su cuñada y su cuñado, ya que su marido se fuera a trabajar a Alemania. Al terminar el vaso de leche se fueron para cama, y allí con los ronquidos de fondo le preguntó Rita:
-¿Echas mucho de menos a mi hermano?
-Ni te puedes imaginar cuanto.
Rita le tocó el coño levemente, y riendo, le dijo:
-¿No será esta la que lo echa de menos?
-¡No me toques ahí, Rita, no me toques ahí que me pierdo!
En broma, le volvió a tocar. Rosa se dio la vuelta y le plantó un beso en la boca a su cuñada.
-¡Qué haces!
Rosa, avergonzada, le dijo:
-Perdona, es que estoy muy necesitada.
Rita estaba escandalizada.
-¡¿Lo harías con una mujer?!
-Ya lo hice de soltera.
-¡¿Te comió el coño a una mujer?!
-¡Y qué rico se sentía!
-¡Qué asco!
-A mí me gustó.
-¿Qué te gustó?
-Sentir su ...
... lengua dentro de mi boca, sentirla lamiendo mis tetas, lamiendo mi coño mojado. Me gustó sentir cómo se deslizaba por mi coño y lamía mi clítoris...
-Eras una pervertida
-Si crees eso es porque no has vivido.
Se pusieron espalda con espalda y trataron de dormir. No iban a poder, los ronquidos y los malos pensamientos no las dejaban. Rosa le dijo a su cuñada:
-Rita.
-Sí.
-¿Me dejas que te la coma?
-Duerme y deja dormir.
-Tengo ganas de correrme.
-Haz un dedo.
-Me correría mejor si al hacerlo te como el coño.
-No insistas
-¿Puedo tocarte las tetas?
-No.
Rosa se destapó y se quitó las bragas, mojó dos dedos en la boca, abrió en piernas y acarició el clítoris, luego pasó los dedos entre los labios para acto seguido meterlo dentro de la vagina y comenzar a masturbarse. Poco después se quitaba el camisón y quedaba desnuda. Sus pequeñas tetas eran redondas, tenían areolas rosadas y pequeños pezones. Las magreó. Rita se dio la vuelta y vio cómo su cuñada se magreaba las tetas, después vio cómo bajaba una mano, cómo metía dos dedos dentro del coño y cómo los metía y los sacaba. Le volvió a dar la espalda. Sintió la mano izquierda de su cuñada magrear sus tetas. Rita, sin moverse, le dijo:
-No me toques, guarra.
-Me gusta que me llames así, llámamelo otra vez.
-¡¿Te gusta que te llamen guarra?
-En la intimidad, sí, guarra, cerda, puta, zorra... Me excita que me insulten.
-Eres una enferma.
La mano dejó de magrear las tetas y de ...