Todo queda en familia
Fecha: 18/06/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: shizu, Fuente: SexoSinTabues
... vida. Mi mano se une a la suya, mis pies cubren lugares donde estuvieron los suyos, me acuesta sobre ella, me acaricia, me desea lo mejor, dibuja círculos eternos en mi espalda mientras sus labios mueven los míos bajo un compás latente de sentimiento. Con sus dedos crea una línea invisible en mi pecho, la cual empieza a descender hasta mi abdomen, mis genitales. Enreda sus dedos en mi pene y empieza a masturbarme. Su suave palma, la gentil presión de su mano hace que mi pene comience con una erección. Me besa, me masturba, me excita, me deshace, me crea. Sentí un calor animal empezar a cubrirme el cuerpo, sentí la dureza de mi pene atrapado en su suave mano, sentí su cuerpo bajo el mío -Te guiaré- me dice mientras coloca con su mano mi glande en la entrada de su humanidad, húmeda y caliente – antes de penetrarme, mírala a ella- ambos giramos la cabeza y volví a la realidad. La vi, vi a mi esposa sentada mirándonos con ojos llorosos, un pálido mirar – penétrame mirándola a ella. Házmelo como su fuese ella, dame el amor que le das a ella, entrega todo. Es su bebé, hazlo con ella – su voz perforó mi alma, su voz se introdujo en mi cerebro e hizo que mi cuerpo se estremeciera mientras mis ojos abrazaban a mi esposa, la muchacha tímida que conocí en el café, que leía a Murakami son ahínco en su mirar. Ella, mi amor, mi vida – házmelo – con suavidad empecé a introducir mi pene. Era muy cálido, húmedo y tierno, era estrecho, era mi hermana a quien penetraba, pero era a mi mujer a ...
... quién miraba. La miré en todo momento, en cada segundo, en cada centímetro que introducía en mi hermana. Me sonrió. Un gemido suave llegó a mi oído. Giré la cabeza y bajo mío estaba mi hermana, con los ojos cerrados y la boca repleta de placer. Mi hermana, con la que crecí, la que conocía mis secretos, la que apoyaba cuando volvía con el corazón roto. La pequeña niña que dormía conmigo las noches de invierno. Ella, estaba allí, bajo mío, y yo, dentro de ella. Mis caderas se movían en un vaivén natural. Sentía su interior caliente, sentía sus dedos enterrarse en mi espalda, sentía sus piernas entrelazarse en mi cintura. Gemía en cada movimiento, gemía cada segundo, gemía y me excitaba. -Si, eso…por favor, ooh si – entre gemidos me hablaba- no pares, hermano. Hagamos un bebe para ustedes, eso, ahí, ah, ah, ah… - me excitaba escucharla, me excitaba ver como de un momento a otro se movía y se puso sobre mí. Me excitó ver como sus caderas se movían al montarme, como llevó mi mano a uno de sus pechos redondos, blancos, de aureolas rosadas, suaves y pequeñas. Como mi mano apretaba con rabia y excitación su pecho, como el otro bailaba al ritmo del sexo. Era perfecta la imagen, era mi hermana, la de cuerpo curvilíneo y largo, la de piernas perfectas, la de sonrisa eterna, ella, me montaba. Posó su cuerpo sobre el mío, sus pechos acariciaban mi pecho, mis manos se posaron en sus nalgas, mis caderas se movían de forma bruta, como animal. No me podía controlar, aunque quisiera. -Si…ah ah ...