Fidelidad
Fecha: 14/04/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... la de cualquier edificio. Había dos grandes puertas de hierro con vidrios, tras las cuales se veía un corredor muy débilmente iluminado bajo un cartel que rezaba: "Transportes Sur". Alcancé a distinguir las pequeñas lámparas de luz difusa alineadas a lo largo de la pared del corredor. Entré saludando alegremente al portero.
- ¡Qué bueno verte por aquí! - me saludó Federico apenas hubo cerrado la puerta de su oficina haciéndome pasar. - Espero que te de gusto verme - respondí quedándome de pie y mientras el otro se sentaba detrás de su escritorio.
Giré hasta detrás del mueble y me arrodilló entre las piernas del hombre. Federico no tuvo tiempo para reaccionar. Pero sus ojos siguieron absortos mi acción cuando, desprendiéndole el cierre del pantalón, en un solo movimiento me coloqué el pene flácido en la boca y comencé a succionar enérgicamente; no podía dar crédito a lo que estaba sucediendo, con mi lengua húmeda me esforzaba por inflar la glande que, al tacto tibio, comenzaba a reaccionar. Consideró en un momento que debía detenerme, frenar aquel arranque de locura. Pero terminó aflojándose hacia atrás en su asiento, para disfrutar de las sensaciones que, a esas alturas, eran demasiado placenteras para cortarlas. Yo ya sentía el miembro palpitante, duro, aprisionado, acorralado por un tacto suave y jugoso; era una sensación distinta la de tener, después de tantos años, el pene de otro hombre en mi boca. Me había ensimismado completamente; con el propósito de dar el ...
... mayor placer posible, recurría a cuanta estratagema con la lengua y con los labios. Una catarata de semen chocó contra mi garganta. Finalmente me puse de pie y miré a Federico secándome las comisuras:
- Cuando lo veas, saluda a Jorge de mi parte.
El próximo en visitar, sería un sobrino de mi marido. Entré al apartamento de soltero en actitud firme, serena. Comenzaba a divertirme el papel que estaba desempeñando. Ramiro, con la capacidad de sorpresa intacta a sus diecinueve años, confundido, superado por la circunstancia de ver a su tía visitarlo en aquella actitud intimidatoria; pero sin ánimo para la menor rebeldía, observó impávido cómo me desnudaba completamente en el living de su pequeña vivienda. Permaneció así, sin palabras, avergonzado, reprimiendo cualquier expresión; pero observando. Le exhibí un cuerpo que, seguro, le pareció espectacular, con mis largas y consistentes piernas algo abiertas y desafiantes, con mi vello púbico expuesto, donde se me asomaba claramente una raja que le cautivaba la atención. Me convertí en una descolocada presencia que le estaba llenando de sensualidad; el cabello me lo había soltado hasta casi caerme sobre los senos, redondos y perfectos, coronados por unos rozados pezones que parecían llamarlo. Entonces con una voz, demasiado sensual, pero en tono firme, murmuré unas palabras que le erizaron la piel:
- Ahora tú... Quiero que te desnudes completamente.
Ramiro permaneció inmóvil, temblando desde su rincón. Así que yo tuve que ...