1. Trio con mi amigo


    Fecha: 07/03/2018, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... chochitos para evitar correrse. Nos acariciaba el clítoris con los pulgares, mientras nos metía suavemente el dedo en la rajita. Bea conservaba uno de los huevos de César en la boca, pero tuvo que soltarlo para jadear de placer, guiando la mano de César que estaba en su coñito.
    
    Bea empezó a embestir y se corrió con un movimiento que estremeció toda la cama mientras yo, fascinada, no dejaba de mirarla.
    
    Procedí a menearle la polla como una loca, chupando con la lengua las gotitas que iban surgiendo. Mis ojos no dejaban de mirar el culo de Bea y la lengua de César que le penetraba el chocho. César me sujetaba con las manos, temiendo que cayera sobre él cuando iniciara mi orgasmo.
    
    César levantó la cabeza con una almohada para ver a Bea al mismo tiempo. Cuando sus miradas se encontraron Bea pasó la punta de su polla por toda la cara, chupándose los labios. Entretanto mis jadeos aumentaban de volumen e incrementaba el ritmo de mis movimientos de caderas. Mientras me lamía el clítoris, la nariz de César se mojaba con los flujos de mi coño. Me aparté y coloqué mi coño encima de su polla para sentarme en su erección. Su polla se deslizó a mi interior.
    
    La lengua de César estaba dentro de Bea y su polla dentro de mí. Era como una especia de máquina de follar. El único objetivo de César ahora consistía en satisfacernos a las dos. Incluso su propia satisfacción le parecía secundaria… Bea conocía un truco que no le había visto nunca. Se inclinaba hacia atrás con el pene de ...
    ... César en su interior, y aunque la presión resultaba increíble y muy satisfactoria, enseguida volvía a inclinarse hacia delante, con las manos sobre el abdomen de César y embistiendo de arriba abajo. Mi cuerpo era todo un frenesí.
    
    Durante unos momentos le facilité la tarea tocándome el clítoris con los dedos. Mi respiración se hizo entrecortada, me incorporé y me agarré a los hombros de Bea. César me azotó el clítoris con la lengua. Mi orgasmo aceleró el de Bea y Bea folló a César como nunca. Las dos nos quedamos agarradas mientras alcanzábamos el clímax simultáneamente.
    
    El ruido que se oía en la habitación era inverosímil. Gemidos, suspiros y jadeos resonaban por las paredes. Lo único que impedía a César correrse era el café que habíamos bebido. Tenía que tomarse un respiro…
    
    Nos separamos de él y quedamos inmóviles sobre la cama. Cuando abrimos los ojos, estallamos en una carcajada, totalmente libres de inhibiciones.
    
    - Cuándo he visto cómo te corrías no he podido aguantarme – dijo Bea. Y agregó: - Es realmente maravilloso ver el orgasmo de otra persona…
    
    - ¿Tienes prisa? Todavía no hemos acabado contigo… - Dije yo, mirando a César con firmeza.
    
    Y era cierto. César fue testigo de una visión de la que pocos hombres pueden disfrutar en la vida. Nos colocamos a gatas con nuestros redondos culitos frente a él. Me tocaba a mí y me separó los labios vaginales para insertarme la polla entre ellos, como si se tratara de cargar un mosquetón.
    
    Mientras me hacía el amor, ...