1. Noche de pasión en Lisboa (IX): Los libros sibilinos


    Fecha: 05/12/2017, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos

    ... degustación. Así pensando me incorporo y poniéndome las manos en los riñones, estiro mi espalda hacia atrás para desentumecerme del rato que llevo agachado y no termino el movimiento. Válgame Nuestra Señora.
    
    Hasta donde alcanzo a ver con claridad, el suelo está alfombrado del color marrón oscuro típico de los sombreretes de los boletus, maculado con grandes parches color amarillo naranja que, aunque desde donde estoy no puedo distinguir, sé a ciencia cierta que son agrupaciones de cantharellus cibarius o rebozuelos. En el cesto llevo recolectados alrededor de tres kilos y medio. Lo que estoy viendo, y es una pequeñísima parte del bosque, al precio de venta normal, tiene un valor final de mercado por encima de los doce mil euros. Eso en España. En Francia o en Italia, posiblemente mucho más.
    
    Me dirijo de vuelta a la casona y mientras voy caminando en mi cabeza se va formando un plan. No podemos dejar esta riqueza sin explotar. Lo malo es que no tengo infraestructura y hoy es sábado. Tengo que configurar un plan de urgencia y ver que podemos aprovechar, antes de que sea tarde.
    
    Al entrar en la cocina, están Amália y Marta desayunando juntas en la mesa de trabajo. Dejando el cesto sobre la encimera le pido a mi esposa:
    
    - Amália, cariño, necesito urgentemente veinte o treinta mujeres, y todas trabajadoras de la finca. ¿Tenemos tantas?
    
    Amália se levanta, y delante de Marta, abrazándome por la cintura, me arrima al muslo su pubis, mientras aprieta el pecho contra ...
    ... el mío, sin ningún pudor. Y mirándome a los ojos me replica:
    
    - ¿Veinte mujeres urgentes? Mmmm muy necesitado veo a mi maxho – dice tratando de pronunciar lo último en buen español – Solo te permito que te acuestes con dieciséis, yo también quiero mi parte – Y me besa en la boca.
    
    - Amália, que esto es serio. Las necesito para trabajar urgentemente en el alcornocal.
    
    - Ya me parecía a mí. Mientras éramos novios tenías más empuje, desde que nos casamos te esfuerzas mucho menos – Dice guiñándole un ojo a Marta.
    
    - Todos los hombres son iguales, mucho prometer… hasta meter – Contesta ésta a su vez. Vaya par de arpías conchabadas.
    
    Entonces, le explico lo que he visto y lo que pretendo hacer, pero para eso necesito que todos estemos coordinados y que me echen una mano.
    
    - ¿Por qué solamente mujeres? También tenemos hombres que pueden ayudar.
    
    - ¿Conoces a algún hombre que sea capaz de diferenciar un rosa palo de un rosa chicle? En medio de los hongos buenos estoy seguro de que también hay amanitas y necesito que todo lo que se recoja sea comestible y no peligroso, aunque controlaré personalmente uno por uno los hongos recogidos. Vuestro cerebro funciona de manera diferente al de los hombres, y sois mucho mejores en eso. Aunque ahora que lo dices, vamos a necesitar también a los hombres para transportar y almacenar las setas. Dios, esto se empieza a complicar. Vamos a tener que improvisar sobre la marcha.
    
    Amália y Marta, cada una con un móvil, comienzan a hacer ...
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