1. El calvario de Luciana (4)


    Fecha: 27/11/2017, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... - soy una perrita en celo, una putita muy calentona y eso debo ser, porque eso quieren la Señora Emilia, la arquitecta Graciela y la doctora Mónica... Debo ser una putita calentona, una perrita en celo todo el tiempo para mi placer y el placer de esos hombres y mujeres con quienes voy a estar todos los días.
    
    Luisa sonrió malévolamente. “¡Qué buen trabajo ha hecho la doctora!”, pensó e inclinándose un poco hacia la chica le dijo:
    
    -Bueno, pichona, vamos al baño que te vas a dar una buena ducha.
    
    -Debo ser obediente. –murmuró Luciana y siguió a Luisa hasta el cuarto de baño, donde la mucama instaló el equipo de enemas que portaba. Una suerte de perchero, la bolsa que llenó de agua mineral y la cánula, que colgó del perchero mientras observaba a la chica, que no parecía experimentar emoción alguna ante los preparativos.
    
    -Ponete en cuatro patas, querida. –le ordenó y cuando la chica obedeció la mucama, sentada en la tapa del inodoro, admiró las grandes y muy armoniosas dimensiones de esas nalgas ampliadas por la posición. Tomó la cánula, la apoyó en el pequeño orificio anal y ante el leve respingo de la jovencita le acarició el trasero: -Tranquila, pichona… Tranquila, dije.
    
    Luciana pareció serenarse bajo el acariciamiento de esa mano que le daba placer y ya no se movió cuando Luisa fue introduciendo la cánula despacio, suavemente, sin interrumpir las caricias. Cuando la cánula estuvo dentro del ano abrió la válvula y Luciana volvió a moverse y exhaló un quejido al ...
    ... sentir el líquido entrándole. Luisa sujetaba la cánula con su mano izquierda y con la derecha comenzó a ocuparse de acariciar otra vez ese trasero fenomenal que muy pronto deleitaría a la muy selecta clientela de la casona. Luciana seguía moviéndose un poco y gimiendo ante esa sensación desconocida. La mucama la mantenía controlada con las caricias y las órdenes que daba con tono firme aunque sin levantar la voz: -Tranquila, Lucianita, tranquila… Quiero que te quedes tranquila y no te muevas, porque si no me voy a enojar… Ya sabés que tenés que ser obediente, pichona… Lo sabés, ¿cierto?.
    
    -Tengo que ser obediente… -repitió la chica.
    
    -Muy bien, Luciana, muy bien, entonces quietita hasta que yo te diga. –y la jovencita ya prácticamente no se movió, apenas levísimos desplazamientos de sus caderas a derecha e izquierda hasta que toda el agua mineral estuvo dentro de ella.
    
    Luisa estaba excitada. No era lesbiana pero sí muy sádica y morbosa y la calentaba apreciar el grado de obediencia ciega que el tratamiento de la doctora Mónica había conseguido de Luciana.
    
    “Es como un animal amaestrado”, se dijo mirando esa grupa portentosa, la cintura estrecha y esas tetitas que pendían balanceándose al ritmo de los suaves movimientos de la chica, cuya boca exhaló un quejido cuando sintió la presión del agua en su interior, que la incomodaba dolorosamente. Luisa la levantó para sentarla en el inodoro y Luciana sintió el alivio de poder evacuar toda el agua que su interior apenas podía ...
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