Visita a los aseos públicos de Fernández Latorre
Fecha: 28/03/2021,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: danisampedro91, Fuente: CuentoRelatos
Había salido de la casa del viejo que terminaba de darme por el culo, e iba pensando en la follada que terminaba de darme aquel viejo con aquella polla que me había deslumbrado por lo largo que la tenía. No se me iba de la cabeza la visión de aquella polla entrando en mí, y el gusto que me había dado cuando me llegó a lo más hondo de mis entrañas, haciendo que me corriera de tanto gusto que me había dado.
Con estos pensamientos, cada vez me iba empalmando más y notaba que el culo me ardía en deseos de más polla, por lo que decidí pasar por los aseos públicos de la calle Fernández Latorre, que eran los que más cerca me quedaban. Vamos que prácticamente me quedaban de camino a mi casa, por lo que me encaminé hacia allí.
Al llegar al final de la calle Juan Flórez, en lugar de bajar hacia la iglesia de San pedro de Mezónzo, seguí hacia las escaleras de Santa Lucía, las cuales daban a la calle Fernández LaTorre, donde justo al terminar las escaleras, se hallaban los aseos públicos.
Nada más terminar de bajar las escaleras, giré entrando en los aseos de caballeros. Iba empalmado a tope, y una calentura que me ardía el culo.
Al entrar en aquellos aseos, justo enfrente se hallaba la puerta que daba entrada al quiosco que separaba los aseos de caballeros y señoras, luego al girar a la derecha estaban a mano izquierda un lavabo de mano, y un poco más adelante y en la misma pared, se encontraban 5 urinarios, y a la mano derecha se encontraban los habitáculos de los aseos. Y ...
... al fondo una pared de azulejos separando a estos aseos de los urinarios. Pues justo ahí, al fondo apoyado a la pared de azulejos, se hallaba un joven algo más mayor que yo, al cual ya conocía de verlo en aquellos aseos en busca de algún maricón.
Sin cortarme un pelo ni lo que pudiera pensar ese joven o cualquiera que pudiera haberme visto entrar, fui hasta el fondo de los aseos, y justo en el último de los aseos y el que estaba pegado a aquel joven que se hallaba apoyado en la pared de azulejos, entré.
El joven se quedó mirando como entraba en el aseo, y vio que no cerraba la puerta, solo la había arrimado. Por supuesto que él me conocía de verme por allí en alguna ocasión, al igual que yo lo conocía a él. Nunca habíamos estado juntos, nunca le había dado oportunidad de hacer nada entre nosotros, hasta ese día, que no sé por qué se me dio por no cerrar la puerta, y dejarla arrimada y darle la oportunidad de que entrara. Hoy sé que fue el empalme y calentura que llevaba, que me hizo obrar así.
Por supuesto que él no perdió la ocasión, y nada más terminar de entrar yo y empujar la puerta, sin que me diera tiempo a nada, noté como se abría la puerta entrando él. Dejé que entrara, llevando mi mano a su entrepierna y sobándole la polla y huevos.
Mientras yo le sobaba el paquete, él se giró y sin decir nada, cerró la puerta del aseo, pasándole el pestillo y volviéndose hacia mí, empezó a soltarme el cinturón del pantalón, luego sin perder tiempo fue desabotonándome el ...