1. Las mejores vacaciones


    Fecha: 13/02/2021, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: libidine64, Fuente: RelatosEróticos

    ... desfallecimiento provocado por dos corridas consecutivas, no se hizo esperar. Se acercó a C., que se había tumbado nuevamente sobre el sofá, y, tras sobarlo y salivarlo suavemente, incrustó su herramienta en el canal; a los dos le sorprendió que, pese a su descomunal tamaño, desapareciera entre la inmensidad de esos dos pechos, pero esa desaparición fue breve, de manera que el glande de M. empezó inmediatamente a percutir sobre la barbilla de C., que sacó su lengua para empezar a lamerlo con fruición.
    
    - Uhmmm, qué rico, ¿te gusta la paja cubana, ‘cuñao’…?
    
    - Joder, que si me gusta, vaya melones…
    
    M. sujetaba con fuerza esas tetas que sus manos apenas abarcaban en una mínima parte, apretándolas entre sí para estrechar un canal por el que su tranca se deslizaba cada vez con mayor fuerza, encontrando siempre, al final del camino, los chupetones de C., que procuraba retener el glande en su boca como si quisiera exprimirlo hasta la última gota. Pero M., que sabía que no iba a tardar en volver a correrse, quería regar con su caldo esas adoradas tetas, y cubrir de blanco sus pezones, oscuros y muy grandes.
    
    - Aquí tienes, ‘cuñá’: cremita de leche para tus tetitas… —M. las regó abundantemente, extendiendo el viscoso líquido blanco por todas las mamas, ayudándose de su ‘pincel’…—. Y ahora creo que vamos a probar otro agujerito…
    
    - No, por favor, por ahí, no; ¿qué quieres, matarme, cabrón…?
    
    - ...
    ... No seas tonta, al principio igual te duele un poco, pero ya verás luego qué gustazo que te da…
    
    Aun sin tenerlo muy claro, y con algo de temor, C. se dio la vuelta y puso sus inmensas nalgas a la vista de M. Éste comprobó, ciertamente, que el agujerito del ano estaba muy cerrado y que iba a ser prácticamente imposible meter por algo tan pequeño una estaca del calibre de la suya; pero no por ello iba a dejar de intentarlo: sin estar completamente empalmado, retiró el prepucio de la punta, y arrimó ésta a un agujero que, previamente, había untado de saliva con un dedo. Empujó, y el aullido de dolor que provocó en C. la entrada de una mínima parte del glande, le hizo desistir de inmediato. Pero la postura de ésta, con el culo en pompa, le ofrecía una vista inmejorable de un coñito aún palpitante y húmedo, y ahí sí que no tuvo problema alguno en clavar una polla que, a la primera embestida, ya recuperó toda su dureza. Además, las corridas anteriores habían conseguido que su depósito estuviera ya casi vacío, con lo cual esta última galopada iba a ser mucho más larga que las anteriores.
    
    Efectivamente, C. había perdido la cuenta de cuántas veces se había corrido en el momento en que M., con su respiración agitada y el nabo a punto de explotar, le avisó de que iba también a correrse... Fue el final de una tarde gloriosa, que no sería la última de aquel verano y los siguientes.
    
     
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