El pellizco de mi cuñada
Fecha: 12/02/2021,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Romeo Diablos, Fuente: CuentoRelatos
Todo empezó en una comida familiar en la que estaban los padres de mi mujer y sus hermanas con sus hijos, cuando terminamos nos despedimos de todos, besos y abrazos para todos. Pero al llegar a mi cuñada Yolanda, nos besamos en las mejillas pero ella bajó su mano hasta mi culo y me dio una palmada en el glúteo acompañada de un guiño de ojo. Todo me pareció normal, ya que es la menor de las hermanas y la conozco desde que tenía 12 años y siempre bromeábamos. Pero aquella palmada me produjo una excitación que intenté controlar y lo olvidé.
Al cabo de un tiempo salí a la plaza el domingo por la mañana y allí estaba mi cuñada tomando café con sus amigas y vigilando a su hijo pequeño que estaba jugando con sus amigos, me acerqué a saludarla, le hice las preguntas de rigor y le dije.
—He quedado con mis amigos a tomar una cerveza aquí mismo, nos vemos, saluda a tu marido de mi parte.
Acerqué mi cara para darle dos besos en las mejillas pero ella volvió a bajar la mano y darme un cachete en la nalga mientras nos dábamos el primer beso en la mejilla y cuando ladeamos la cabeza para el segundo, con la mano dio un pellizco en el glúteo. No me pude aguantar y en vez de darle el segundo beso le puse la boca en el oído y la dije muy bajito
—No me gustaría morirme sin follarte.
Ella sonrió, y me fui a la mesa con mis amigos, pero no pude dejar de mirarla, sentada unas mesas más allá en la misma terraza. Llevaba un jersey negro de cuello alto, y una falda gris hasta las ...
... rodillas y medias negras, El pelo de melenita corta rubia con pendientes de perla. Estaba guapísima, esa mañana cruzamos las miradas varias veces y las apartamos disimuladamente.
El lunes por la mañana a las 9,30h sonó mi móvil unos segundos y paró, lo miré y era Yolanda, que me hizo una perdida, entonces la llamé, me cogió el teléfono y me dijo.
—Perdona, me he equivocado y por eso he cortado
—No pasa nada, adiós.
El los 5 minutos volvió a sonar, era Yolanda otra vez, lo cogí y con la voz bajita dijo
—Soy yo otra vez… es que antes no me he atrevido, si quieres venir a mi casa ahora estoy sola.
Colgó, entonces me apresuré a dejar el trabajo y presentarme en su casa, llamé al timbre y me abrió, subí la escalera y entre en su casa. Estaba vestida con un batín de seda brillante, me hizo pasar y dijo.
—Primero quiero aclarar una cosa, no quiero engañar a mi marido y por tanto te propongo que no nos toquemos.
No entendía aquello, pero la dejé hablar.
—Si quieres, podemos enseñarnos uno al otro y… nos tocamos, cada uno lo suyo
—Enseñar el qué? (dije)
Ella se puso colorada y mirando el suelo dijo
—Nuestras cosas
—Vale!, como quieras
Me agarró de la mano y me llevó al dormitorio, allí estaba todo preparado, la cama vestida de raso con encajes de color blanco, y frente a ella un sillón isabelino con el asiento forrado de terciopelo rojo, me hizo sentar y ella se subió a la cama sentándose sobre ella mirando hacia mí. Me levanté para quitarme la ...