La historia de Claudia (19)
Fecha: 26/10/2017,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... como sugiriendo un cambio de postura para no sufrir el roce del colchón en su castigado culo.
-Ponete en cuatro patas. –le ordenó Inés, y cuando la tuvo así dispuso que Claudia y Laura comenzaran a ocuparse de las tetas de Paola.
Eso hicieron, arrodilladas a cada lado del camastro, y entre esos dedos hábiles los pezones de la novata se endurecieron rápidamente. El Ama le inspeccionó la concha metiendo en ella dos dedos que retiró mojados de flujo para meterlos después en el orificio anal. Paola corcoveó al sentirse penetrada, pero entre Claudia y Laura la inmovilizaron firmemente para permitir que Inés reemplazara los dedos por el dildo, que después de algunos embates entró por completo en la estrecha gruta.
Laura dejó a Claudia a cargo de las tetas de Paola y unió sus labios a los de la joven, en un beso anhelado durante meses, un beso que juntó sus lenguas calientes y húmedas en un instante suspendido al margen del tiempo. Con esas manos en sus tetas, el culo estremecido de placer por el ir y venir del dildo y su boca fundida con la boca de la deseada cachorra, Paola se sentía inmersa en un placer que jamás había podido imaginar tan intenso y exquisito, y cuando el Ama empezó a estimularle el clítoris con dedos experimentados y hábiles que alternaban sabiamente suavidad y presión, se vio atrapada en un vértigo de sensaciones poderosas y embriagadoras; hembra en manos de hembras ...
... que la enloquecían de goce hasta precipitarla en un orgasmo estremecedor, interminable, al que se entregó temblando de pies a cabeza hasta derrumbarse boca abajo sobre el colchón con Inés sobre ella, jadeando luego de la explosión de placer culminante que le había deparado el dildo interior del arnés metido en su concha.
Claudia y Laura permanecían calientes e insaciadas, con sus nidos inundados de flujo, y entonces, sin pensarlo, se echaron al piso buscándose las conchas, besándose, lamiéndose, mordiéndose presas de la más violenta excitación, jadeando como animales en celo, cubiertas de sudor, hasta que con sus conchas y culos penetrados por dedos que avanzaban y retrocedían sin cesar acabaron entre convulsiones y gritos enronquecidos.
Poco a poco todas fueron recuperándose y entonces Inés se dispuso a reinstalar el orden. Se sentó en el borde del camastro, les ordenó a las esclavas que se arrodillaran ante ella y dirigiéndose a Paola le dijo:
-A vos te tengo prometida a la cachorra como premio por haberte conseguido para mí, así que vas a pasar la noche aquí con ella. Andá al living y llamá a tu mamita para decirle que te quedás estudiando en la casa de una compañera.
-Sí, Ama. –dijo Paola con el corazón desbocado ante la promesa de esa noche tan ansiada, y dejó la habitación frotándose las nalgas que aún le ardían, y mucho, por los varillazos de la regente.
(continuará)