La historia de Claudia (19)
Fecha: 26/10/2017,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... regente adivinó para qué se la había convocado y empezó a relamerse.
-Castigarla, señora Inés. Es así como se debe educar a una chica desobediente. –contestó mientras pensaba en la habitación sado y en todos esos instrumentos correctivos que había visto allí.
-No... por favor, no... No me hagan nada... ¡por favor!... –suplicó Paola al borde del llanto mientras miraba a la cachorra como buscando en ella una protección que no tendría.
-Se lo ruego, señora Inés... no me castigue, por favor, no me castigue... ya no me tapo, ¿ve? ya no me tapo... dijo después de llevar sus manos atrás en un vano intento por escapar de lo inevitable.
-Es tarde, queridita. –fue la dura respuesta del Ama. –Llevémosla a la sala de castigo, Amalia, y vos vení también, cachorra, quiero que presencies lo que le va a pasar a tu admiradora, jejeje...
-¡No, nooooooo! –gritó Paola angustiada, y movida por la desesperación quiso salir del living a la carrera. Amalia demostró entonces una agilidad insospechada en alguien de sus años y su corpulencia. La atrapó rápidamente aferrándola por el pelo y atrayéndola hacia ella de un violento tirón le cruzó un brazo por delante de la cintura y la pobre no alcanzó a defenderse de la fuerte cachetada que le dio Inés.
-No agraves tu situación, perra estúpida... –le advirtió el Ama y luego dijo, impaciente:
-Vamos de una buena vez, Amalia.
Cuando por fin lograron meterla en la temible habitación, Paola miró todo aquello con los ojos agrandados por ...
... el terror y volvió a prorrumpir en gritos y súplicas mientras lloraba a mares cubierta por un sudor frío.
-Que sea en el caballete, Amalia, con el instrumento que vos elijas. –indicó el Ama y entonces la regente colocó allí a Paola, le sujetó muñecas y tobillos con los cuatro grilletes y una vez que la tuvo inmovilizada se volvió hacia Inés:
-Me gustaría usar una vara, señora.
-Adelante... –autorizó el Ama mientras miraba lascivamente a Paola, que inclinada en el caballete exhibía el encanto de sus nalgas redondas, carnosas, y la belleza de sus piernas largas y admirablemente torneadas. Tanta desesperada resistencia parecía haberla agotado y ahora se limitaba a sollozar, como resignada a su suerte.
Laura, sentada en el borde del camastro, con los codos en las rodillas y la cara entre las manos, la miraba también cada vez más excitada y conteniendo el impulso de echarse sobre ella. La desnudez de Paola y su indefensión la tenían muy caliente y con ganas de satisfacer de una vez por todas el deseo que experimentaba por ella desde hacía tanto tiempo.
Amalia ya estaba ubicada detrás de Paola empuñando una vara de noventa centímetros de largo por uno de diámetro, a la que acariciaba casi amorosamente mientras mantenía sus ojos clavados en el culo de la joven. Inés cubrió los ojos de la víctima con un lienzo que anudó en la nuca.
-Ahora sí es toda tuya, Amalia. –dijo, y se sentó en el camastro junto a Laura.
En ese momento Amalia hizo silbar la vara en el aire ...