Desafío de galaxias (Capítulo 2)
Fecha: 08/01/2021,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos
Marisol Martín paseaba tranquilamente camino de la tienda de alimentación de sus padres, sobre la que estaba el domicilio familiar. Miró hacia arriba unas décimas de segundo, a través de sus gafas de sol: la fuerte luz que provenía de los dos soles del sistema. El calor y el uniforme la hacían sudar, y sentía caer las gotas de sudor por el hueco de la espalda, bajo la guerrera. Mientras caminaba, saludaba a los vecinos con los que se cruzaba, los conocía a casi todos, no en vano ella nació en está localidad de Nueva España hacia ya casi 28 años. Sus bisabuelos ya se establecieron allí hace cien.
En Nueva España todo era nuevo, y me refiero a que todas las ciudades empezaban por esa palabra, salvo esta donde vivía, que cuando se fundó y por llevar la contraria, algunos dirían por tocar los cojones, los muy puñeteros la llamaron Almagro la Nueva. Entró directamente en la tienda para saludarlos, hacia casi dos días que no los veía, desde que entró de turno en el cuartel del Tercio Viejo de Voluntarios Españoles, la milicia federal de la que era comandante, la más joven de la historia del cuerpo. A pesar de su edad, era extremadamente querida y respetada por los hombres y mujeres a sus ordenes: si algo tenía Marisol era mucha mano izquierda en el trato con la gente.
—¡Marisol! Te fuiste sin tu comunicador, —la reprendió su madre antes de darla tres o cuatro sonoros besos.
—En el cuartel no me hace falta, mamá, —respondió la aludida devolviéndoselos.
—Pues lleva un ...
... par de horas sonando sin parar, —añadió su padre después de besarla también, aunque eso si, más comedidamente— y creo que debe de ser importante. Estaba a punto de acercártelo al cuartel.
—¿Importante…?
—Te llaman de la presidencia de la República, —afirmó su padre asintiendo con la cabeza.
—¿De la presidencia? ¡no jodas! —exclamó Marisol cogiendo el comunicador que le tendía su madre. Consultó la lista de llamadas y arqueando las cejas pasó a la trastienda. Unos segundos después, se asomaron a cotillear y la vieron con el comunicador en la oreja en una aptitud evidentemente crispada—. Si señor presidente…, por supuesto señor presidente…, se hará como usted dice señor presidente…, estaremos preparados señor presidente…, muy bien señor presidente…, allí estaré señor presidente…, a la orden señor presidente: ha sido un honor hablar con usted.
Cortó la comunicación y miró a sus padres resoplando e inflando los mofletes. El comunicador volvió a sonar, miró la pantalla y aceptó la llamada inmediatamente.
—Buenos días señor canciller…, sí, acabo de hablar con él…, entiendo señor canciller…, no, primero tengo que ir al cuartel…, no se preocupe, allí estaré señor canciller.
—¿Qué ocurre hija? —preguntó su madre con el susto reflejado en el rostro, cuando vio a su hija cortar la comunicación.
—No lo sé mamá, pero algo gordo seguro, —y abrazándola añadió—. Me voy al cuartel. Prepárame una bolsa de viaje, me voy con el canciller a Edyrme. ¡Y no te pases metiendo ...