Había embarcado en Hamburgo, después de unas tediosas reuniones con clientes alemanes, Regresaba por fin a casa; a encontrarme con Ana, a quien no había visto en una semana.El avión hizo escala en Viena y de allí volaría directo a San Pablo.Mientras se abastecía combustible y abordaban nuevos pasajeros, cerré los ojos tratando de relajarme, ya que las reuniones con los alemanes habían sido inútiles, además de aburridas…Me despertó un movimiento en el asiento contiguo, cuando una brasileña se sentó a mi lado. Estaba hablando por celular con su marido y ni siquiera reparó en mi presencia en ese momento.Era una interesante mujer de mi edad, morocha y sensual, con una voz sedosa, que le estaba describiendo a su esposo todo lo que iba a hacerle en la cama cuando se reencontraran… hablaba en portugués y entonces pensé que ella se habría imaginado que nadie a su alrededor entendería lo que estaba hablando. Apenas terminó de hablar, me miró y me saludó en inglés; pero yo, bien turro y cínico, le respondí en portugués.La mujer entonces se sorprendió, dándose cuenta de que yo podría haber entendido todo lo que ella iba a hacerle al marido…Pero enseguida se relajó un poco; sonrió y me tendió la mano, presentándose como Beatrice. Me contó que era médica y regresaba de unas breves vacaciones, donde había recorrido algunas interesantes ciudades en el este de Europa.Pensé por dentro que esa mujer iba a ser una muy agradable compañía durante el vuelo. Tenía una hermosa sonrisa, una ...
... mirada sensual y un cuerpo terminado a mano, que incluía unas piernas matadoras, las cuales se asomaban bajo su breve falda.Antes de que el avión despegara, ya habíamos hablado de varios temas. En pleno vuelo, luego de servir la cena, las asistentes nos ofrecieron tomar un whisky. Yo elegí una malta irlandesa…Mientras proyectaban una película no demasiado entretenida, Beatrice me acarició la mano. La miré y ella me dedicó una muy sensual mirada, además de sonreírme dulcemente…Muy suavemente le susurré al oído una canción en portugués.Ella colocó una manta sobre nuestros cuerpos y deslizó su mano sobre mi regazo, alcanzando enseguida mi bragueta. Mientras esa mujer sacaba mi verga ya bastante erecta, yo metí mi mano entre sus muslos abiertos, reptando entre ellos hasta llegar a su pubis…Beatrice comenzó a bajar y subir su mano a lo largo de mi verga, que pronto sentí estaba por explotar, ya que esa brasileña era una verdadera experta en hacerle la paja a un hombre. La miraba de reojo, pensando en el efecto que tendrían esos labios rojos alrededor de mi verga, en lugar de sus dedos.Mis propios dedos pronto descubrieron que Beatrice no llevaba ropa interior. Sus labios vaginales ya humedecidos pronto absorbieron mis dedos juguetones y ella gimió cuando encontraron su clítoris.Beatrice acabó antes que yo. Verla gemir con su mirada fija en mis ojos, aceleró mi excitación y casi detrás de ella yo también exploté entre sus dedos. Ella sacó su mano de debajo de la manta y, sin dejar de ...