1. Relato de una pasión.


    Fecha: 21/04/2020, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: papepipopu077, Fuente: RelatosEróticos

    ... saltó sobre mí, y se insertó dentro de mi ser. Me sentí henchido, repleto. Crecí en su interior, y mi placer quiso estallar. Más yo lo impedí. Mi pene ansiaba el abrazo apasionado de su vagina, y yo me quedé parado dentro de ella, observando su mirada de dulzura y placer. Éramos uno, y uno seriamos durante un rato largo.
    
    Cuando el tren indicó la salida, el motor comenzó a mover las válvulas, y el vapor que salía lentamente, pronto se convirtió en un vaivén rítmico y fluido.
    
    Abrazados, las punzadas en mi glande comenzaron a ser incontrolables. La inmensidad de una lluvia de estrellas indicaba que había algo en mi interior que bramaba por salir.
    
    Mis glúteos se contraían al punto que se desató la locura. Ella contrajo su vagina con un gemido que me hundió en las maravillas de la existencia. Si no iba a haber marcha atrás, yo sería el dueño de la situación. Salí al exterior, contraje todos los músculos en mi pelvis y aspire con fuerza mientras el orgasmo se apoderaba de todo mi ser. No era la primera vez que lo intentaba, y sabía que lo iba a lograr.
    
    Pronto la sensación terminó, y tome aire. Mi sexo estaba más sensible, pero mi erección no se acabó. En aquel momento era el amo de la sexualidad, pues el orgasmo tardaría en regresar, pero el placer continuaría sin parar.
    
    Una gota blanca asomó por mi glande. El fruto de mi amor asomaba con gratitud mientras el rostro de la mujer comprendía lo que acababa de suceder.
    
    Abalanzándose cual felina sobre su presa, secó todo mi semen y meneó curiosa su jugo. Sonrío, y me abrazo. Pronto nos unimos de nuevo, y esta vez durante un tiempo que nunca se acabo.
    
    Su vagina se contrajo tantas veces como sus gritos de pasión anunciaban los orgasmos que nunca querían acabar.
    
    ¿Quién sabe cómo terminamos aquella noche? Solo sé que ese éxito no fue el final. Nuestra unión fue tan profunda, que la necesidad del uno al otro se volvió imperiosa. Jamás volvimos a separarnos. Ni en sexo, ni en alma.
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