Una pareja lo hace frente a mi casa
Fecha: 10/02/2020,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Sevillano, Fuente: CuentoRelatos
Llegué a casa del trabajo. Viernes. Qué diferentes eran los viernes a los treinta largos de edad que cuando se era más joven. Sobre todo ahora que uno estaba casado y vivía con su mujer e, incluso tenía un pequeño en casa.
Mi mujer y el pequeño pasarían aquella noche en casa de mis suegros, ya que al sábado siguiente ella trabajaba y la casa de mis suegros le evitaba un buen trayecto de coche.
Pero vamos, tener la casa para mí no implicaba lo que significaba en una mentalidad de alguien más joven. Una noche solo en casa era sinónimo de cerveza, pizza y tele. Por eso me había detenido en un supermercado de camino a casa. Cuatro latas de medio litro de cerveza (cerveza Ámbar, una de Zaragoza, en esta ocasión) y una pizza fue todo lo que compré.
Ahora la pizza se calentaba en el horno, de las cuatro latas quedaban tres y yo descansaba en el sofá viendo la tele. Estaba siendo un verano caluroso y yo vestía solo unos shorts del pijama. La ventana abierta traía algo de frescor, pero el calor seguía siendo asfixiante.
Comí la pizza y me terminé otras dos latas de cerveza. Vi una película y luego jugué un rato a la consola.
Así se me pasó el tiempo. Era ya tarde. La una y media. Cerré la ventana, abrí la nevera en busca de la última lata y me subí a la terraza.
Vivía en una casa de dos plantas. La parte de arriba tenía una terraza que quedaba frente a un parque tranquilo. Era una terraza bastante coqueta en la que se estaba muy cómodo. Las farolas de la calle eran ...
... de esas nuevas de led cuyo foco sólo ilumina hacia abajo, así que en aquella noche sin luna la terraza estaba oscura y tranquila, dejando ver un cielo todo lleno de estrellas. Me eché en una tumbona, abriendo la lata y aspirando los olores que venían del parque. Una brisa llegaba hasta aquella altura, aliviando algo el calor. Se veía que ninguno de mis vecinos andaba en casa. Nada raro en mi barrio ya que era un barrio joven y los fines de semana estaba bastante solitario.
Allí estaba yo tomando cerveza y medio adormilado cuando escuché un coche llegar y aparcar justo abajo de mi casa, en el espacio entre ella y el parque. Suponía que sería algún vecino de vuelta que no quería usar el parking subterráneo que tenían aquellas casas o alguna pareja que iría a la zona de bares que no quedaba excesivamente lejos. Así que pensé que tras detenerse el motor escucharía abrir y cerrar las puertas. El motor se detuvo. Si. Pero las puertas no se abrieron. Además se escuchaba música provenir del coche. No muy fuerte, pero se escuchaba.
La curiosidad hizo que me levantara y que, acercándome a la pared, me asomara por encima del borde de la pared de mi terraza. Es cierto que era difícil que desde abajo me vieran, pero mi instinto me hizo que me acercará a la pared por si acaso.
Eran unos aparcamientos en batería los que había debajo en mi casa. Sólo un coche estaba allí aparcado. Era un monovolumen Citröen aparcado de frente a casa. Dentro una pareja charlaba y estaba abriendo una ...