... "nosotros" nos encargábamos de darle de comer a los caballos, que ellos agarraran dos de los caballos jodidos y se fueran. Así lo hicieron, pero lo que me llamó mucho la atención, fue que el peludo guapo, en cuanto terminó de oír las órdenes de mi tío, me volteó a ver a mí, sonrió con mucha malicia y dijo mientras se ponía el sombrero sin dejar de verme: "Sí patrón... ya entendimos... vamos a ir a ayudar al patrón grande y nos vamos a tardar un buen rato... no se preocupe.".Yo necesité una explicación para eso. ¿Qué tan frecuentemente llevaba mi tío a chavitos para comérselos?... ¿por qué adivinó tan rápido el peludo lo que íbamos a hacer? Eran buenas preguntas para hacerle a mi tío, pero las obvié.Mi tío estaba dándoles instrucciones. El peludo ya montado en su caballo, me echó otra mirada, levantó su sombrero como despidiéndose de mí y lo peor: ¡me guiñó un ojo! ¿Qué estaba pasando ahí?Bueno, se fueron y lo siguiente fue revisar la comida de los caballos. En realidad sólo faltaban los dos sementales. Les pusimos la pastura y mi tío se echó para atrás el sombrero.- ¡Listo!... ya acabamos (y me volteó a ver con malicia) ¿y usted cabrón?... ¿ya está listo?- Pos sí... pero... ¿dónde?- Venga. Sígame.Empezó a caminar hacia una montaña de pacas de pastura y comenzó a escalar. Yo hice igual, atrás de él. Y al llegar al tope y unos metros hacia el fondo llegando a la pared, había instalado una especie de escondite en forma de hoyo.Había una lámpara de baterías, ropa colgada de un ...
... clavo, algunas revistas y hasta zapatos había.- ¿Y esto tío?- Ah... es el escondite de los caballerangos. Aquí se vienen a hacer sus cochinadas (me guiñó el ojo con cinismo)- ¿A poco aquí traen viejas a coger?- ¡¿Quién dijo que con viejas?!- ¿No?- ¡Ni madres de viejas! Ese peludito apestoso ese que viste ahorita, se trae en chinga a casi todos los empleado del rancho. ¡Le encanta chupar verga al cabrón!- Ah...- Y hablando de chupadas de vergas... ¿qué prefiere mijo? ¿Quiere que me le encuere todo otra vez?, ¿o así nomás me la saco pa que me dé mi beso?La verdad es que no pude contestar, tenía el cuerpo lleno de miedo, ansiedad porque nos pudieran descubrir, pero también lleno de lascivia por lo que representaba estar en ese lugar especialmente hecho para eso. Le contesté que no sabía. Me vio la cara de miedo y me dice: "¡Venga pa’cá cabrón!... usted me debe un beso y me lo va a pagar. Venga, acaríciemela tantito". Y rápido me acerqué y le puse la mano encima del pantalón ya levantado otra vez. "De veras que la tienes grandota tío". No contestó nada, nomás se me quedó viendo a los ojos con una lascivia aún más grande que la mía. Después se retiró tantito para desabotonarse el pantalón y como hablando solo, dice: "Si la mía se te hace grande, espérate a ver la de Jacinto, el peludo que se acaba de ir". ¿Era eso una promesa de que se la vería? No entramos en detalles porque ya se había bajado los pantalones hasta que se atoraron en las botas, se abrió la camisa y me dice: "¡Órale ...