Ayudándole a un amigo
Fecha: 04/11/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: arandi, Fuente: RelatosEróticos
... piernas.
Lorena me sonríe saludándome con un fresco beso en la mejilla. Ingresa a la habitación. Ambos nos sentamos en la cama sonriéndonos el uno al otro nerviosamente.
—Bien, pues aquí estamos. Te agradezco... te lo agradezco muchísimo —vuelve a besarme la mejilla—. Eres el mejor amigo de Mario y creo que es lo mejor que puedes hacer por él —ella me dice.
Lorena me toma de una mano y entrelaza sus dedos con los míos.
—¿Estás segura de que quieres esto? —le pregunto.
—Mira, ya te dije. Quiero ser madre, necesito un hijo a quien amar. Y él no me lo puede brindar así que... es lo mejor. Él no va a saber otra cosa que por fin logró embarazarme y ya.
—Es que al hacer esto lo estoy traicionando —le digo.
—Te entiendo, pero créeme, esto es algo bueno que haces por él.
Además te prometo que si tú te niegas buscaré a otro. Piensa, quién mejor que tú que eres su amigo, en vez de cualquier otro, ¿no te parece?
Quedo en silencio contemplándola, es sin duda bella.
—Confía en mí, él nunca se enterará. Yo haré todo lo necesario para que crea que este hijo, que me ayudarás a concebir es, en verdad, suyo. Ya lo tengo todo planeado —me dice al mismo tiempo que, sobre el pantalón, aferra mi pene por primera vez—. Además no te preocupes, que al niño no le faltará nada, de eso me encargo yo.
Lorena me da un beso tierno que pronto se convierte en apasionado y hace que nos recostemos en la cama. Ella, sin dejar de besarme, utiliza sus dedos como si fueran los ...
... finos dientes de un peine introduciéndolos entre mis cabellos acicalándolos. Mientras tanto la acaricio, lo hago aún sobre la tela de su ropa que le queda tan entallada que parece una segunda piel. Mis dedos se deslizan suavemente de arriba abajo. Su cuerpo irradia calor que puedo percibir en las palmas de mis manos, es muy placentero.
Sus besos son húmedos y febriles. Siento su lengua introducirse en mi boca enredándose con la mía.
Llevo mis manos hasta sus formidables pechos. Son grandes para su complexión, parecen hechos por cirujano, aunque son suaves al tacto.
Ya desinhibido, deslizo un dedo por el surco que separa sus bien definidas nalgas.
Ella desabrocha mi pantalón y yo termino de desvestirme mientras la veo hacer lo mismo. Tarda más que yo ya que sus pantalones son demasiado estrechos. Le ayudo a quitárselos pues, como ella misma me dice, se quitan con mantequilla. El verla en bragas me excita muchísimo. También le auxilio con el brasier, al desabrochar tal prenda sus pechos botan ligeramente al quedar por fin libres. Son en verdad muy hermosos, parecen contenedores naturales de dulce néctar e invitan a ser probados.
Justamente utilizo mis labios para atrapar uno de sus obscuros pezones y lo chupo desesperadamente; siento la necesidad de extraer algo del dulce jugo que prometen.
—Por más que me los mames no les sacaras nada —ella me dice después de mi fuerte succión—. Te prometo que cuando tenga a mi hijo y esté lactando te compartiré algo de su leche ...