1. Una noche más


    Fecha: 08/08/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Gryndal, Fuente: CuentoRelatos

    Un escritor vive siempre el mismo temor. Al sentarse a escribir, todo son dudas. No hay nada más duro que enfrentarse a un papel en blanco; y decidir que plasmar, que contar, que dejar a la imaginación… y que no. El comienzo de cualquier relación es igual: todo nervio, duda y miedo. El sentarse en una mesa, frente a un total desconocido, decidiendo que decir, que transmitir, que sugerir… y que no.
    
    Pero aquella ceba no era el comienzo de una nueva historia, mucha tinta precedía este momento. Dos amantes, frente a frente, con una mesa de su restaurante favorito separándolos, escribiendo un capítulo más de sus vidas. La cena se llenó de miradas cómplices entre ambos, de esas que no necesitan palabras para entenderse, sólo la tenue luz de una vela y los recuerdos de vivencias anteriores. El menú fueron las delicadas y suaves caricias entre ambos, y no tan suaves ni tan delicadas bajo la mesa. El contenido del plato nunca les importó. El vino que los acompañaba era exquisito, pero en vez de eso paladeaban los deseos de momentos futuros al vaciar sus copas.
    
    Aunque tentados por los sublimes dulces, ninguno dudó al renunciar al postre. Sin necesidad de palabra alguna, conocían de antemano que un regusto mejor les acompañaría más tarde. Abonaron la cuenta con la urgencia de aquel que llega tarde. El camarero contempló sorprendido la generosa propina, dudando sobre si aquella extraña pareja habría mirado siquiera el interior de sus carteras al pagar.
    
    Tras un breve, pero ...
    ... intenso viaje en coche, en el que lo acaecido en la cena pareció un inocente juego, llegaron a su destino. Cubrieron la distancia hasta la puerta entre caricias y carantoñas, para, al llegar allí, recrearse en el entrecruzar de sus lenguas. Ella, conocedora de viejas costumbres, buscó el bolsillo interior derecho del abrigo de su acompañante, y extrajo las llaves que les permitirían acceder a la confortabilidad de una cama. Cuando consiguió robarlas de la seguridad de su pecho, él la giro para aprisionarla contra la puerta, haciendo que las llaves cayesen ante la brusquedad de su maniobra. Al percatarse de su propia torpeza, se rio de su rudeza de manera cómplice, y se deslizó lentamente hacia el suelo hasta alcanzar las llaves, besando sutilmente cada centímetro del vaporoso vestido que cubría su vientre. Una vez alcanzadas, recorrió el camino inverso, sin modificar su velocidad, deseando que ninguna tela separase sus labios de la candente piel que anhelaba.
    
    Una vez en el salón que tantas veces habían compartido, el pudor que pudiese haber por el miedo a cualquier intromisión desapareció. Lo que antes parecían besos, ahora era una lucha, donde el entrecruzar de sus lenguas parecía digno de unos gladiadores en el Coliseo que formaba la unión de sus labios. Ella arrebató el abrigo que le cubría a él, mientras él levanto el vestido de ella hasta la cintura, disfrutando de cada resquicio de piel que rozaba. Entonces, la asió de sus nalgas, elevándola hasta su cintura y ...
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