Mi hermana vive alzada
Fecha: 24/07/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... la verga en la cara y que mi leche se esparsa como la de esos malandrines por la piel. A uno lo vi acabarle dos veces entre las lolas, y uno de ellos hizo que mi hermana lo pajee con los pies. Otro quiso quitarle el pañal, pero Sonia dijo que eso sería lo último que haría, solo cuando ella decida cual de los 5 le iba a dar la última lechita.
Para mí era un calvario escucharla gemir, pedir más, eructar, ahogarse y toser entre saliva y presemen, insultarlos y sacudir las pijas contra su cara, escupirlas, y a veces, cuando lograba meterse de a dos.
Me acabé encima y todo cuando anunció que se iba a mear otra vez mientras uno le tenía la cabeza para garcharle con irascible vigor la boquita, de donde pronto se vio fluir un chorro de esperma cuantioso. Me fui antes de cometer una locura.
Me sentí observado por mis padres en la cena, como si quisieran preguntarme algo respecto a Sonia. Ella, por su parte me hacía notar su complicidad siendo por demás amable conmigo. Hasta me sirvió el flan con más crema que al resto.
A la noche, aprovechando que Daniel no estaba la encaré asolas en el cuarto. A todo lo que le preguntaba me respondía como un disco rallado:
¡no sé qué me pasa nene, ando caliente todo el día, lo único que quiero es chupar pijas!
Vi el pañal aún debajo de su cama, justo cuando prendió la luz para cargar su celular, y entonces la veía en colales mientras me explicaba que lo del pañal lo hizo porque uno de los chicos le ganó una apuesta, y ella debía ...
... hacerse la bebota para él y sus amigos. No podía pensar con responsabilidad en ese momento, a la vez que mi pija crecía abultando la sábana.
Entrada la madrugada no aguanté y me le acerqué cuando dormía. Por las dudas, si algo fallaba, solo iba a devolverle una bombachita rosa usada qe descansaba sobre mi cama, la que ella me vio recoger y oler horas antes, y yo me negué a entregarle, a modo de un juego. Cuando estuve a un paso la destapé, le toqué las tetas ya que permanecía boca arriba, se las olí como a su pancita y sus piernas, saqué mi pija afuera del bóxer y, cuando mi olfato dio con el olor a conchita y a pis de su colales medio estirada, empecé a pajearme con una adrenalina que, solo un milagro podría haberla mantenido en sueños. Luego de un bostezo dijo:
¿te la chupo hermanito, querés?
Pero yo le prohibí encender la luz. La obligué a oler su bombachita rosa, me quité el bóxer para que lo huela también y me pajeé con mi nariz encima de su vagina y la tela húmeda de su colales, cosa que resultaba más sencillo porque ella abrió las piernas lo más que pudo. No la toqué ni con la lengua ni con los dedos. No la lamí, aunque ardía de deseos por hacerlo. Solo la olía y me pajeaba. Hasta que corrí a sus tetas y, fiel a mi estilo de no tocarla dejé que mi semen caiga sobre ellas. En algún momento recuerdo que también olí su pañal.
Volví a la cama y me tapé desnudo, muerto de sed y con la culpa sudando en mi cerebro. Desde entonces, todas las mañanas Sonia me mostraba ...