Placer etéreo
Fecha: 08/07/2019,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... de la habitación.
Escucho entonces un suave sonido, casi como un gemido, proveniente de esa misma esquina. Pero no le doy mucha importancia y vuelvo a las caricias a mi entrepierna, esta vez más ansiosas. Acaricio mi clítoris a un ritmo feroz mientras alterno para adentrarme en mi vagina, gimiendo más fuerte. Apoyada de nuevo en el espejo veo mis pechos, bajo la tela translucida, balanceándose al ritmo de los movimientos de mis caderas. El roce de mis pezones erectos contra la tela me lleva a la lujuria, haciéndome gemir como una gata en celo.
Vuelvo a escuchar un leve suspiro, esta vez más cerca, pero cuando miro no hay nadie en la habitación y supongo de nuevo que han sido imaginaciones mías. Saco cada vez más mi culo, abriendo las piernas y deseando estar siendo follada en este preciso momento. Casi puedo sentir el tacto de unas manso frías sujetándome las caderas y la punta de una polla acariciando la entrada de mi vagina. Empiezo a acariciar mi clítoris con más violencia cuando, de pronto, noto como ese mismo miembro me penetra por completo con total facilidad. El juego previo me había dejado tan lubricada que mi vagina apenas opone resistencia. Desaparece tan rápido como había entrado cuando, desconcertada, intento incorporarme. Mi reflejo es el único que encuentro al mirar en el espejo y no hay nadie en la habitación a excepción de mí.
Sigo estando tan excitada que, pese a estar extrañada, aún brota de mi interior el ardiente deseo de segundos atrás. Después ...
... de lanzar un par más de miradas a la habitación y comprobar que, efectivamente, no hay nadie, no puedo evitar que mi mano se deslice de nuevo a mi entrepierna y pronto dejo de prestar atención. Empiezan a fallarme las piernas cuando aumento de nuevo el ritmo de mis dedos jugando entre mis labios vaginales. Me encuentro envuelta entre suspiros y gemidos al borde del orgasmo. Casi noto como mis paredes empiezan a contraerse cuando, sin aviso, lo vuelvo a sentir. Choca tan violentamente contra mi cuerpo que quedo casi completamente pegada a la fría superficie del espejo en el que me he estado mirando y mis pezones se endureces aún más al notar aquel gélido tacto.
Siento como el mismo miembro de minutos atrás se adentrar y sale de mi interior a un ritmo pausado, provocándome un placer que no había experimentado nunca antes. Extrañada, observo por el rabillo del ojo como, al igual que la primera vez, no hay nadie ni nada detrás de mí. No me puedo creer lo que está sucediendo cuando el ritmo de las embestidas empieza a aumentar. De mi boca se escapan quejidos de dolor y placer sin mi consentimiento y mi cuerpo reacciona a favor de los movimientos pese a que no sé lo que está pasando. Antes de darme cuenta, me encuentro de nuevo al borde del orgasmo. Pero, casi a punto de estallar, se detiene, saliendo de mí y, sin ser consciente de cómo, acabo sentada en el suelo con la espalda apoyada contra los pies de mi cama.
Vuelvo a verme completamente sola en el reflejo del espejo pero, ...