1. Malena 2; Primeros Tiempos 2


    Fecha: 11/05/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: relator23, Fuente: CuentoRelatos

    ... concentrada en lo que había dentro de su taza.
    
    Francisco, comenzó a sentir la fragancia demoníaca que exhalaba su cuerpo cada vez más potente en la medida que su excitación crecía.
    
    Se bajó el pantalón al terminar el rito de sorber una taza ya vacía desde hacía rato y le pidió por señas que se recostara de espaldas sobre el escritorio.
    
    Ahora se sentía mejor, ahora ella estaba mirando al techo y él podía observarla con atención mientras la acariciaba con ardor sin tener que esconder su cara de felicidad.
    
    ¡Al fin, ahora sí!
    
    Le abrió un poco sus muslos con lentitud y observó con viva angustia cómo sus labios mayores se separaban poco a poco. Sus ninfas, se separaban una de la otra con esa sensación de pegajosidad húmeda que las había mantenido unidas por la opresión de sus piernas cerradas.
    
    Eran de un matiz rosado y de un rosa obscuro entre ellas. Sus labios mayores voluminosos y voluptuosos eran de una tersura que le impresionó cuando los tocó, su monte de venus estaba cubierto de una pelusilla dorada.
    
    Estuvo tentado de pedirle que se volteara para observar su hermoso trasero, pero no se atrevió para no romper el encanto y el silencio que los rodeaba, además, de que si hacia bien su trabajo la tendría a su disposición las veces que quisiera y siempre tendría su oportunidad.
    
    Se inclinó y puso su boca suavemente, como para no espantarla, entre los pliegues de su bulto, aspiró la dulce esencia que emanaba de su interior y tomándola por las nalgas, ...
    ... suavemente, sumergió sus labios y su lengua en esa ternura.
    
    Lamiendo, olfateando y curioseando sus reacciones y recovecos, no pudo evitar satisfacer la curiosidad de paladear la entrada trasera; le había subido un poco los muslos para facilitar el acceso de su lengua y se había tropezado con su ano, de color claro, que se apretaba inconscientemente ante los estímulos de su lengua.
    
    Ya la sentía goteando, gimiendo y pujando. La hora suya había llegado.
    
    Puso un toque de crema lubricante, de la que se había apertrechado precavida y convenientemente, entre sus labios menores y con otro poquito, por un acto de caballerosidad, untó profusamente la cabeza y cuello de su aparato. Todo estaba listo.
    
    Ajustó la cabeza de su robusta y no muy larga arma para que quedara exactamente en el sitio preciso, separó con ella los labiecitos húmedos, ensalivados y lubricados de su raja, sintió cómo ella se estremecía ante el contacto, sintió el calor que se desprendía de su hoguera y sintió que iba a tener que utilizar toda su fuerza de voluntad si quería triunfar.
    
    Con mucha deferencia y con mucho cuidado comenzó a embutirlo poco a poco en su cálido y fragante interior. Sentía cómo se iba abriendo y notó la incomodidad que le producía su grosor, pero pronto se acostumbraría –siempre era lo mismo con todas- ya iba taladrando la mina, ya iba caverna adentro.
    
    Malena, mientras tanto, trataba de identificar las dimensiones de la vara que la penetraba, pues sentía que el aparatejo la estaba ...
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