1. Así se conquista una de trece - Capítulo III - Quiero MIRARTE


    Fecha: 21/06/2017, Categorías: Hetero Autor: Stregoika, Fuente: SexoSinTabues

    Así es que se conquista una de trece Capítulo i – presentación de un consagrado culiador de colegialas =================================================== Los que hayan leído cuentos míos sabrán que las colegialas me arrechan como ninguna otra cosa. Esto que les contaré me ocurrió en un colegio inmenso, de unos 2000 estudiantes. No era un colegio de ricos, como para tener historias color de rosa. De hecho, en los colegios de ñeritas siempre es más rico trabajar porque las chicas son mucho más abiertas – de mente, y si las trabajas un poco, también de piernas -. Yo me la pasaba prendido por la convergencia de varias razones, como la liberación en que vivían esas niñas, sus faldas cortas y los pantimedias gris claro en los que consistía el uniforme. A ver, hay quienes nunca volvieron a pisar un colegio después de su propia vida de colegial, y fantasean con las colegialas como si fueran un manjar prohibido. Hay quienes logran dejar atrás la tentación por las polleritas solo porque nunca las volvieron a ver de cerca. Hay quienes trabajan en colegios y les da igual (aunque son muy pocos) y hay quienes trabaja(ro)n en colegios, como su servidor; y viven ardiendo en deseos por las colegialas, por sus carnes rebosantes de colágeno que las convierte en frutos sexuales inasibles, bombas de feromonas, musas de fantasías, máquinas eróticas… seres con tal poder de atracción que literalmente embrutecen a un hombre. Macabro mecanismo de la naturaleza para preservar la especie! Yo, me ...
    ... desenvolvía en mis labores sin que fuera evidente mi lado oscuro. En medio de clases, actividades extra-clase, deportivas y culturales, mi yo interior estaba en constante calor, viéndoles las piernas a las niñas, esperando siempre ver un poco más, o si no había ya nada más que ver, entonces durar un poco más viendo. Ese uniforme me encantaba, esas medias grises clarito, a veces brillante me ponían a mil. Y sobre todo porque eran apenas algunas chicas las que se ponían bicicletero encima. Si bien mi mente en perenne calentura disfrutaba de ver debajo de las jardineras aún si tenían bicicletero, pues verlas sin biciletero era mucho más rico. Las pantimedias eras de esas que cambian de textura cuando llegan a la base de las piernas, y tienen una especie de panty labrado sobre ellas. No sé nada de confecciones para describirlo debidamente, pero cualquier hombre heterosexual me entenderá lo arrechador que es verle eso a una chica, sobre todo a una colegiala. De solo escribirlo se me está parando. Las chicas adoraban pasar los períodos de descanso sentadas en enormes grupos en los prados, recostadas unas sobre otras. Parte del embrujo reproductor de la pervertida naturaleza, era verlas en plena confianza entre sí, amontonadas, con sus faldas olvidadas, ignoradas, puestas sobre ellas por requisito, pero levantadas por anarquía. O no sé, siempre me pregunté si las colegialas mostraban tanto las piernas y un poco menos sus entrepiernas y nalgas, por calentar intencionalmente a los hombres; ...
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