El poder de un masaje
Fecha: 15/03/2019,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... masajes
La recepcionista muy amable, me fue diciendo los 3 o 4 tipos de masajes que ofrecía el instituto, agregando que ella recomendaba, el personalizado.
Le pregunte de que se trataba, me dijo que podía elegir en el catalogo la persona que desease, que el masaje era completo, y una hora de duración, pudiéndose extender con un adicional del 50%.
“¿Prefieres que sea una mujer?” - me pregunto.
Si por supuesto- respondí, pensando que sería lo más conveniente.
“Puede cambiar, durante la sesión, por otra persona, si gusta”
“Ok, perfecto “conteste.
Pagué con la tarjeta por una hora de masajes, si bien era bastante oneroso, no me importó y entré a una sala muy bien equipada, con una ventana que daba a un espacio que se divisaba una fuente, bastante vegetación, en contraste con ese recinto blanco y pulcro, pero lo que me extraño fue la camilla, parecía la de un ginecólogo, con un par de apoyos para los pies, aparentemente muy cómoda.
Me senté en la camilla, en la espera de la masajista, no tardó en llegar, una morocha muy atractiva y joven, con ciertos rasgos asiáticos. Que se presento diciendo que se llamaba Lena, la persona encargada de atenderme, aproximadamente de 23 o 24 años. Me agrado su agradable presencia y su modo algo peculiar de hablar. Me dijo que fuese al cambiador y regresase, entregándome una bata blanca. Hice lo que me indicaba, algo nerviosa, en realidad era la primera vez que concurría a una casa de masajes.
Fui quitándome la ropa, con ...
... la incertidumbre de si debía quedar desnuda, pero ante la duda me dejé mis panty. Al volver al salón, me ayudo a quitarme la bata, no dijo nada por mis panty, a la vez que me invitaba a acostarme en la camilla.
Colocó una sabanilla sobre mis glúteos, y una lámpara que fue calentando mi piel, vertiendo a continuación aceite sobre mi espalda, iniciando con los masajes en mis hombros, brazos, manos y espalda, para saltar a mis pies pantorrillas, y muslos. Que lentamente fui cayendo en una somnolencia, disfrutando de esas deliciosas frotaciones.
Deben haber transcurrido 10 o 15 minutos, no sé, cuando Lena retira la sabanita, para abordar a mis pomposos glúteos, que si bien me tensione en un principio, sus manos comenzaron nuevamente a relajarme.
Cuando después de un rato, sorpresivamente, quitó mis bragas, me sentí algo avergonzada mientras las iba retirando, cerrando mis piernas, como tratando de proteger mi intimidad. Fue vertiendo aceite sobre mi raya, para ir esparciéndolo, reanudando sus masajes, enfatizándose en mis glúteos, oprimiendo su dedo contra mi línea divisoria, hasta detenerse muy cerca de mi orificio. Lo fue repitiendo varias veces, como para prepararme para algo más, llegando a sentir la necesidad de que su dedo tocase mi orificio, pensamiento que me conducía a una leve excitación.
“Tiene un hermoso cuerpo, Señora”
“Gracias Lena”, le respondí, aunque me parecía fuera de lugar lo de “Señora”.
Continúo con sus masajes cada más alusivo hacia mis ...