Sin los novios
Fecha: 08/03/2019,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... entusiasmo que ponía en los movimientos, sin duda el morenazo la había dejado excitada y ahora lo pagaba conmigo. Yo me dejé llevar y la seguí el juego. En un abrir y cerrar de ojos, a nuestro alrededor se creo un corro de tíos babeando por nuestros insinuantes movimientos, que no paraban de jalearnos para que siguiéramos subiendo la temperatura de la pista. Con las caderas bien juntas, nos movíamos al ritmo de la música alternándonos para agacharnos recorriendo el cuerpo la una de la otra con las manos. Los gritos de nuestro público nos obligaron a seguir con el espectáculo durante un par de temas más. Si para los chicos era excitante ver el numerito, no lo era menos para nosotras, el roce de los cuerpos, lo sensual del baile y el deseo que se veía en los ojos de Mónica, consiguió excitarme sobremanera. Ella parecía entregada a la pasión, me hacía dar la vuelta y rozar mi espalda contra sus pechos mientras ella acariciaba con sus manos mi vientre. De repente, para mi sorpresa y para júbilo de los mirones, deslizó sus manos bajo mi camiseta y las colocó sobre mis tetas desnudas, me dejó helada y sin saber como reaccionar. Los chicos estallaron en un enorme estruendo y como si de una boda se tratase, comenzaron a gritar a coro "que se besen, que se besen…" una y otra vez. Ya frente a frente, nos miramos a los ojos y sin una sola palabra, le di mi aprobación. Acercamos nuestros labios muy despacio y nos sonreímos antes de darnos un húmedo muerdo en la boca, breve pero cargado ...
... de lujuria.
Poco después salimos las cuatro chicas del local, riendo a carcajadas y recordando cada detalle de las últimas dos horas vividas en el pub. Elena y Ruth no paraban de repetirnos lo guarras que habíamos sido…
¡Qué cabronas! les habéis puesto a todos a cien, esta noche van a pensar en vosotras – nos gritaba Elena.
¡Joder con Moni! es peor que yo cuando se suelta la melena – repetía una y otra vez Ruth.
¿No salíamos para pasarlo bien? – se defendía Mónica- Pues eso hemos hecho.
Ja, ja, ja… - reímos todas.
Un taxi nos llevó a casa a las cuatro, solas, pero contentas. Después de desmaquillarme y ponerme el pijama, me metí en la cama con una sonrisa grabada en la cara y un poco excitada por todo lo ocurrido. Mónica no tardó en entrar en la habitación cerrando la puerta a su espalda para que no entrara el gato. Sin parar de hablar de los chicos de la discoteca, empezó a desnudarse para ponerse el pijama. Yo sin ninguna vergüenza, pero con mucha curiosidad ya que no la había visto nunca desnuda, observaba como se quitaba la camiseta dejando al aire dos maravillosos pechos. Eran grandes, más que los míos, pero no exagerados, en el centro tenia unos pequeños pezones que apuntaban al cielo. Al dejar caer la falda, apareció un fino tanga de hilo que no tapaba nada de su trasero. Se puso una camiseta blanca de tirantes y un pantalón de raso color rosa y antes de tumbarse encendió una lamparita en la mesilla y apagó la luz del techo.
Me lo he pasado genial – ...