1. Berenice, dulce venganza (Partes 1 y 2)


    Fecha: 09/02/2019, Categorías: Sexo Oral Autor: dulces.placeres, Fuente: CuentoRelatos

    Hola, me llamo Eduardo, cuarenta y dos años, divorciado.
    
    Trabajo en dependencias del estado, soy lo que vulgarmente se conoce como un recaudador de impuestos.
    
    Mis jornadas pueden resumirse a vestir impecable, traje, corbata, zapatos brillantes, lentes de sol, una imagen que no pasa desapercibida. Suelo caer en negocios, de improviso, como sabueso, a hacer auditorías contables para detectar evasores del fisco.
    
    Hasta el momento de mi divorcio llevaba una buena vida, no me podía quejarme, era un tipo bien parecido, de vestir bien, impresionaba bien, un poco de dinero, coche, mujeres… mujeres…
    
    Berenice era mi esposa hasta hace un par de años, una hermosa mujer que yo no supe cuidar, de la que hoy solo tengo el recuerdo.
    
    Tenía quince cuando la conocí, ella era mayor, me llevaba un par de años, primero fuimos amigos, luego novios, tuvimos idas y venidas, nos casamos…
    
    Me dio dos hijos, una nena y un nene que hoy ya son incipientes adolescentes.
    
    Ella es, o era, porque para mí ya es recuerdo, una hermosa mujer, de mediana estatura, bien formada, proporciones justas, de cabellos castaños, ojos pícaros y sonrisa seductora.
    
    Excelente esposa, complaciente en la cama y mejor compañera de vida, mejor madre, nada que objetar…
    
    Era docente, maestra jardinera, le encantan los niños pequeños.
    
    Y todo mi mundo era perfecto, cada mañana dejábamos a los niños de mi madre, o de mi suegra, luego la llevaba al colegio y luego hacía mi trabajo, después improvisábamos, a ...
    ... veces podía pasar a buscarla, otras veces se volvía sola, a veces pasaba ella por los niños, y otras veces era mi turno, como verán, la vida que toda persona ansía vivir, sin problemas económicos, sin enfermedades, sin problemas familiares, que más podía pedir?
    
    Pero si, yo podía pedir más, porque siempre fui un mujeriego incurable, en cada concha que se cruzaba en mi camino veía una oportunidad de terminar en la cama, y siempre me enredé en problemas de piernas…
    
    Y Berenice siempre lo supo, sabía desde la época de nuestro noviazgo que yo le metía los cuernos, una y otra vez, solo que ella estaba tan enamorada que prefería hacer la vista gorda a perderme, una y mil veces le había jurado que sería la última, y una y mil veces había fallado, porque siempre se cruzaba en mi camino algún trasero irresistible, o unos pechos perfumados…
    
    Y la pregunta era, cuanto tiempo toleraría mi esposa ser cornuda? cuando se hartaría de mis falsas promesas?
    
    Y el principio del fin empezó cuando puse los ojos en Oriana, una joven profesora de cursos superiores, donde mi esposa daba clases. La conocí por casualidad, una tarde que pasé a buscarla para ir a casa, ella se cruzó en mi camino, y mi mujer no tuvo más alternativa que presentarnos.
    
    No pude dejar de mirarla, Oriana tenía el cabello teñido a rubio furioso, corto a la nuca, engominado, ojos miel, boquita prominente y un piercing atravesando un lado de la nariz, lucía un trajecito cuadriculado de chaqueta y pollera a media pierna, ...
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