Un momento de infidelidad
Fecha: 20/06/2017,
Categorías:
Infidelidad
Autor: mamacitahot, Fuente: CuentoRelatos
... herramienta, mientras su mirada me demostraba el intenso deseo que quería calmar en mí. Sentí como ese duro palo de hombre pasaba desde la punta de mi vagina hasta mi íntimo agujero posterior. Besaba mis piernas, mis caderas, me cogía los pies, palpaba tranquilamente todo mi sexo, poniendo y restregando la palma de su mano, su cara, su boca.
Me saboreo por algunos segundos, luego sentí una presión fuerte en mi sexo. Era su pene apuntando directamente en mis labios vaginales.
Abrí los ojos con terror —¿¡Qué me vas a hacer!? le grité.
Hizo una expresión de pasión que me sedujo completamente. Por lo que callé y concentré mi vista a nuestros sexos, hasta que me penetró. En ese momento, le dije:
—¿¡Que haces!?, estas penetrándome, como te atreves. Pero era demasiado tarde.
Mi respiración me delataba, mis ojos se perdieron cuando sentí a ese hombre dentro de mi. Mi voz estaba entrecortada y sólo se me salían pequeños gemidos:
Ohhh, ¡por Dios!, noooo
Ahhh, ahhh
No me la metas, ahhh, ahhhh
Mi rechazo cada vez era más débil. Ahhh, Ahhh, ¿Qué me haces?
¡Por favor!, nooo, ahhhh
¡Cómo me comes!, ahhh
¡noo, papito, nooo, ahhh, que me haces gozar, noo nooo¡ por favor, por favor, ahh, ahh
Él no me hacía caso, puso sus manos en mis caderas y saco mi culo más; de esa forma me penetro otro tanto. Sentí una herramienta más gruesa que la de mi marido, con una forma curva, muy dura que me invadía, no tuve tiempo de decir nada porque sus manos subieron a ...
... mis tetas, desabotono el brassier de adelante y me las cogió de abajo hacia arriba varias veces, lo que no pude resistir, así que puse mis manos sobre las suyas y las acompañe en ese movimiento.
¡Qué hombre para coger las tetas de una mujer!
Me las acariciaba, me las apretaba, me las lambía, me manoseaba toda, sin mi permiso. Pero lo hacía de una forma tan decidida, que yo solo atinaba a dejarme hacer, me tenía sumida a sus deseos; es mas, estaba sintiendo, suplicando y rogando que me hiciera suya.
Oí hablar en el pasillo de afuera. Volví a la realidad, me preocupe y le dije:
—Oye que mi esposo no demora, ¡Sácala por favor, sácala!, mientras inconscientemente mis caderas seguían el ritmo de sus embestidas. Nos restregábamos sin dejar un milímetro de nuestras pieles en contacto. Mis piernas se abrían para permitirle que me penetrara con mayor profundidad.
No pude resistir la tentación de sentir esa dura herramienta haciéndome el amor: Tenía un pene muy duro, dentro de mi, con una forma y un grosor tan espectaculares que me hurgaban más y más y me volvían loca.
Ya no hablábamos, él ponía su boca en mi oreja y respiraba allí, eso me calentaba más. Cogimos un ritmo fuerte pero delicioso, no paraba de tocarme las tetas, las piernas, los pelillos de mi vagina. Se mojaba la mano con nuestros jugos y me la pasaba por mi boca, haciéndome chupar.
Yo literalmente cabalgaba a ese hombre totalmente abierta de piernas y sostenida por sus manos en mis nalgas, saltaba ...