La cacería
Fecha: 25/12/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: mursiya, Fuente: CuentoRelatos
... peor para ti. Esto aún no ha acabado.
Rebeca se agachó y cogiendo mis brazos por encima de mi cabeza me ató las manos fuertemente con una cuerda larga que llegaba hasta su caballo. Se levantó y se montó en el animal atando el otro extremo de la cuerda a la silla de su montura.
-¿No querías llegar hasta la puerta del final del camino? Pues yo te llevaré hasta allí.
De un tremendo fustazo el animal comenzó a trotar lentamente mientras que yo era arrastrado por el suelo atado por las manos al caballo.
Dios que bella y sexy estaba Rebeca montando a caballo, su lisa y larga melena castaña ondeando al viento, su estilizado cuerpo acompasando el movimiento con el del caballo, su culito respingón rebotando encima de la silla de montar... me hubiera cambiado por el caballo sin lugar a dudas.
Pero pronto se me quitaron las ganas de admirar a esa belleza, me estaba arrastrando sin piedad por un camino de piedras, mi piel se estaba haciendo jirones... Piedad, piedad, mátame ya ama Rebeca, piedad...
Esa mujer que era todo bondad y dulzura no sentía el más minino remordimiento de lo que me estaba haciendo, era cruel. Miraba de vez en cuando hacia atrás y se reía escandalosamente de verme suplicarle clemencia...
El caballo por fin paró, no sé el tiempo que me estuvo arrastrando por el camino. Mi cuerpo estaba completamente lleno de heridas y cubierto por la sangre. Me había arrastrado lentamente para que no perdiera el conocimiento. Ama Jezabel estaba de pie al lado de ...
... mi maltrecho cuerpo.
-Bien, Rebeca, ya es hora. Ya tenemos suficiente metraje para el video y además me apetece darle muerte de una ver a este cabrón.
Rebeca descabalgo de su corcel. Yo ya no podía ni pedir clemencia, no me quedaban fuerzas ni para suplicar, estaba completamente exhausto. De su caballo cogió una cuerda que le entregó a Jezabel, esta se agachó sobre mí y me volteó poniéndome boca abajo. Cogió mis manos y las llevo a mi espalda atándolas fuertemente y posó su húmedo sexo sobre mis manos restregándose sobre ellas al tiempo que se echaba sobre mí y me susurraba al oído;
-Bien, bien, tu tiempo ya ha acabado miserable, sé que siempre te he gustado, tú también a mí, pero tarde o temprano hubiera terminado por matarte... es una necesidad, como el sexo... ya has visto que matar a un hombre nos pone más que echar un polvo.
Después me ató los pies y pasó la cuerda por entre mis muñecas y tiró de ella hasta que flexionando las piernas mis manos tocaban mis pies y ató mis manos a mis pies.
Como un animal salvaje estaba atado, dispuesto para ser sacrificado. En un último acto de crueldad ambas se fotografiaron de pie junto a mí poniendo una de sus botas sobre mi cuerpo, pisándome, como en señal de victoria.
-Bien, es el final. Como te prometí voy a ser yo la que acabe con tu miserable vida – dijo Rebeca. Se agacho junto a mí a la altura de la cabeza, pudiéndole comprobar su gran excitación por el momento, ya que tenía húmedos sus pantalones en la zona de ...