... hizo.
Un día, mientras estaba con el masaje y tenía su cara mas cerca de mi escote, que ya os podeis imaginar como lo tenía, me llegó a decir:
-Hija, que pechos se te han puesto...!
-Yo me reí nerviosa y solo acerté a decirle, orgullosa:
-Sí, verdad?
-Preciosos! me contestó mi padre, mientras me los miraba ya directamente.
Yo los mostraba, inconsciente de la calentura que estaba despertando en mi padre aunque algo empecé a notar cuando ya no fue una vez de manera fortuita sino que muchas veces se detenía como quien no quiere la cosa en mis pelitos, jugueteando con ellos, mientras me acariciaba la barriga. Así estuvimos un tiempo, extasiados con esas caricias que me daba y con una calentura cada vez mayor que se convertía en lujuria solitaria por la noche.
Una mañana, estabamos sentados en la cocina desayunando. Yo estaba en camison, a través de él se adivinaba mi barriga ya notoria –estaba de siete meses- y mis hermosos pechos. De soslayo pude ver que en el pijama de mi padre asomaba un bulto que trataba de disilumar como podía. Salió de la cocina y entró en el baño. (Luego supe, porque él me lo contó tiempo despues, que practicamente desde que llegué a la casa se había estado matando a pajas y que siempre despues de tocarme la barriga, se tenía que ir al baño o a su habitación a darse gusto pensando en mí.)
Al salir del baño, ya menos tenso, me dijo:
-A ver, como va esa barriguita?
Y empezó como siempre a sobarmela entera. Yo me dejaba ...
... hacer. A veces, lo sorprendía con los ojos cerrados mientras me acariciaba, como soñando, y un día me dijo
-Oye, nena, quería pedirte algo, espero que no te moleste, es que veras, siempre he tenido curiosidad por saber como sabe la leche materna y tu madre nunca me la dio a probar, me la darías a probar cuando te venga la leche?
-Me empecé a reir, diciendole que era un chiquillo pero me pareció algo inocente y como un juego le contesté:
-Bueno, si te portas bien, te daré algo, si sobra, claro.
-De veras?? Exclamó entusiasmado sin dejar de mirarme los senos...
-Prometido! Le dije entre risas. Si eres un puen papito, te daré tetita.
-Ummmm... exclamó goloso mi padre y acercándose me dio un besito muy tierno y cálido en cada pezoncito que asomaba a través de mi corpiño...
Yo, divertida (y excitada), le dije:
Eh, que todavía no tengo leche!!
A lo que mi padre me respondió:
Bueno, está bien, me esperaré como un papito bueno a que estas tetitas estén en su punto pero has de saber, te lo digo cientificamente, que los pezones hay que prepararlos antes de amamantar, no te lo ha dicho tu médico?
Nos reimos y la conversación se quedó ahí pero yo, por ver si mi padre decía la verdad y puesto que yo era primeriza y no estaba muy puesta en estos asuntos, le consulté a mi tocólogo que me reafirmó lo que me había dicho mi padre, que los pezones había que "endurecerlos" y que había varios metodos consistentes en frotar con una toalla por ejemplo y también, por ...