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Masajista Maduro
Fecha: 20/12/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... entumecidas comenzaron a resbalar por mi espalda, eran suaves como las de una mujer aunque con las dimensiones de un hombre de su albergadora. Sus dedos largos realizaban unos círculos en la zona cervical mientras con las palmas de la mano presionaba el músculo hacia dentro. Estaba encantado y algo nervioso, no paraba de hablar y de advertirle si me dolía en algún momento. Me ordeno que si no era necesario no hablara y que me relajara, obedecí y me relaje. Sus manos recorrían cada punto de mi espalda, comenzando por la zona cervical hasta la lumbar. Al principio se concentro en la parte superior, pero cada vez más sus manos bajan más hacia la cintura. Recorrían de la columna a las lumbares y así viceversa con movimientos con una gran técnica. Se desplazaba alrededor de la comilla buscando la ubicación precisa para el siguiente movimiento, mientras yo hacía rato que me encontraba en el séptimo cielo. Aflojo el nudo de la toalla y la dejo suelta sobre mi trasero, se coloco a la cabeza de la camilla y volvió a untarse aceite en las manos. Sus manos recorrían desde la parte de arriba de las dorsales hasta la parte de cintura o dorsales exteriores, a cada lado de mi espalda, los movimientos eran repetitivos en ambas partes a la vez subiendo en intensidad. Sus manos recorrían la zona hasta la cintura y al llegar a ella se separaban sus dedos para apretarme la zona lumbar y terminar por cerrar su mano sobre parte de mis nalgas. Las friegas eran repetitivas y con mayor ...
... intensidad que las anteriores, la zona lumbar era la afectada y se notaba que ya tenía las manos puestas en el problema. Me encontraba muy bien, me provocaba un poco de dolor en la zona dolorida pero me estaba encantando y me sentía muy relajado en sus manos. Para no estorbar cambie la postura de mis brazos y los puse estirados alrededor de mi cabeza y con las manos sujetando los extremos de la camilla, en cada esquina. El seguía a lo suyo, concentrado en sus manos que apenas abandonaban la zona de la cintura, haciendo incursiones en la parte de arriba de mis bonitas nalgas. Sus manos resbalaban subiendo la inclinación de mis nalgas duras para terminar juntando los dedos anulares donde comienza la raya que separa ambas masa de carne. Luego se desplazaban hasta el exterior de ellas para subir de nuevo hacía la cintura, y así una y otra vez. Seguía yo disfrutando del magreo hasta que parte de su cuerpo rozo con mi mano, note su muslo en contacto no mis dedos y al momento se desplazo dejando mi mano en una zona de su cuerpo que desprendía calor a raudales. Al momento comprendí que tenía rozando mis nudillos los genitales del masajista. Una extraña sensación invadió mi cuerpo, no sabia si apartar la mano o dejar que el contacto siguiera como si nada. Volvió a moverse y el contacto volvía a ser con su muslo y así durante un tiempo. Sus manos poderosas se centraban en el final de la columna y sus largos dedos se introducían por debajo de la toalla y apretando con fuerza en la ...