1. Travesuras con mi hermanita en el autobus


    Fecha: 18/12/2018, Categorías: Incesto Autor: LadyClarisa, Fuente: SexoSinTabues

    Por vacaciones, mi mamá nos había enviado a mí y a mi hermana Darla a una visita a casa de la abuela, que estaba en un pueblo algo lejos de nuestra ciudad. Había que ir en autobús durante unas cinco horas, y ese era un tiempo que yo no estaba dispuesto a pasar sólo al lado de una mocosa de diez años, incapaz de callarse durante un segundo. —¿Ya mero llegamos? —me preguntó Darla por enésima vez. Apenas llevábamos una hora de viaje, y ella había estado mirando por la ventana durante todo ese lapso. —No, y te dije lo mismo hace quince minutos —le eché un vistazo a Darla, que era como le gustaba que le dijeran. Llevaba unos pequeños shorts floreados que mostraban una gran cantidad de sus piernas bronceadas y una blusa ajustada cuyas mangas dejaba sus hombros descubiertos. Tenía dos bonitos aretes redondos en las orejas y su pelo castaño estaba amarrado con una coleta que le caía por el extremo izquierdo del cuello. —Pero es que ya me aburrí, hermano. Préstame tu celular. —Ni loco —repliqué, suspirando y volviendo la vista a mi juego de vídeo. Darla se aburrió. Cruzó sus piernas y trató de jugar con su silla. Por suerte, estábamos sentados hasta atrás y el camión turístico iba medio vacío. Las cortinas estaban cerradas y el aire acondicionado creaba un ambiente perfecto para dormir. La niña suspiró y empezó a jugar con sus piernas, dibujándose flores con un marcador. —¡Mira! —Qué bonita… —dije sin importancia, aunque de repente comenzó a llamarme la atención lo bien torneadas ...
    ... que eran las piernas de Darla. Ella jugaba voleibol, así que tenía que fortalecer sus muslos para poder dar saltos con la pelota. Tenía un físico envidiable, e incluso mi hermana mayor, Ángela, se sentía un poco celosa por ella. Suspiré y sonreí. —Será mejor que duermas, pequeña. Todavía quedan como tres horas y media. —¡Qué aburrimiento! Le di una caricia en la rodilla. Recliné el asiento y me recosté para tomar una siesta y hacer el viaje más rápido. Quizá me quedé dormido durante unos treinta minutos antes de que unas risas infantiles me despertaran. —¿Qué haces? —le pregunté a mi hermanita. —Miró tus fotos. —Te dije que no tomaras mi celular sin permiso. La verdad es que me dolía la espalda, así que no tenía intenciones de ponerme a discutir con ella. Estiré los brazos y me acomodé en el asiento. Darla se arrebujó sobre mí, de modo que quedamos muy juntos. Ella subió las piernas sobre el otro asiento y siguió mirando mis fotos. En unas de ellas yo aparecía sin camisa y en bóxeres. Ella las miraba con interés inocente. —Tienes pelito en el estómago —observó, enseñándome una foto. —Sí, y más abajo también. —¡Qué asco! —rio. —No digas eso, que a ti también te saldrá pelo en tu vagina. —Pero todavía falta para eso —me guiñó un ojo y yo, encariñado por su ternura, le acaricié la frente. Darla se acomodó mejor, de modo que ahora su cabeza estaba sobre mi entrepierna y sus hermosos muslos se apoyaban en la ventana. Sus shorts se corrían incluso más, desnudando una carne tierna e ...
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