Inmigrante (02)
Fecha: 15/12/2018,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos
El miércoles posterior a la boda, recibí una llamada del abogado avisándome de que el sábado daba Ana una fiesta de presentación a la familia y que debía asistir. Cuando pregunté de por qué no me lo decía ella, me dijo que pasaba de todo. Que la estaba organizando él para evitar que la familia realizase preguntas no deseadas o revolviese ante los tribunales por la herencia.
El abuelo tenía dos hermanos, ya fallecidos, con dos hijos cada uno. De los cuatro sobrinos, uno murió joven sin hijos, otro se casó pero no tiene hijos y los otros dos, uno tiene hijo e hija y el otro, dos hijos y una hija. Todos estaban deseosos de que Ana no consiguiese la herencia para ser ellos los herederos.
Le pregunté qué debía decirles y me contestó que nos habíamos conocido por una página de contactos donde yo buscaba esposa y ella marido, que nos habíamos gustado, nos encontrábamos muy afines y nos habíamos casado. Que de la herencia me había enterado después y del resto de preguntas sobre mi vida y familia, que dijese la verdad.
La cena y fiesta era en un lujoso restaurante de la ciudad a las 9 de la noche. Yo debía pasar por su casa a las ocho para ir juntos y me avisó que, además de la familia, estarían las amigas que ya conocía y sus maridos, para que me sintiese más acompañado.
Ajusté los cambios de horario con los compañeros y el sábado a las ocho en punto, perfectamente vestido con mí esmoquin, llamaba en el tercer piso de la casa que me había dicho el abogado. Toda la ...
... casa pertenecía a la herencia del abuelo. Él se había reservado la tercera planta toda entera y era donde vivía hasta su muerte, teniendo el resto alquilado. Me abrió una muchacha con uniforme de doncella, que se me quedó mirando unos segundos con admiración.
Yo, al ver que no hablaba, le dije:
-Buenas tardes, vengo a buscar a Doña Ana.
Cuando se recuperó, me preguntó directamente:
-¿Don Jomo? ¿Es usted Don Jomo?
-Sí, yo soy.
-La señora ha dejado dicho que la espere en el salón. Que puede tomar lo que quiera con total libertad, o pedírmelo si no lo encuentra. –Me dijo mientras me guiaba.
Solamente tomé agua. Tras una breve espera de tres cuartos de hora, salió ella. Antes, el suave sonido del roce de prendas, detenido cerca de la puerta, me anunció que me estaba observando antes de entrar.
Llevaba un vestido negro, largo hasta los pies, con un escote delantero que llegaba casi hasta el ombligo, cruzado por una cinta, justo bajo las tetas , que impedía que se saliesen o mostrar más de lo debido. Un collar de perlas, imagino que buenas, pendientes a juego y un bolso pequeño y negro, ultimaban su conjunto. En sus manos, un anillo con piedras brillantes, seguro que diamantes y el de casada en la otra.
¿Que qué tal estaba? Psché. El pelo tan corto no la favorecía y los colores de labios y uñas, de color negro también, no me gustaban. El hecho de estar casada y tener más dinero, no la había mejorado.
-Ya estoy. Siento haberte hecho esperar.
-No te ...