Negra
Fecha: 16/11/2024,
Categorías:
Sexo Interracial
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... indignación en la oscuridad de sus ojos que me percaté del modo en que apretaba los puños. “La besaría ahora mismo”, pensé, sorprendiéndome a mí mismo. Pero en la oficina se dice que tiene pareja y, aunque no fuera así, lo cierto es que el gerente del laboratorio está encaprichado con esa mujer a pesar de ser mucho mayor que ella.
— ¿Dónde está el tequila? —pregunté.
— En el armario, detrás de los rotuladores, pero no sé si deberías… —suspira entonces— Disculpa mi falta de decoro, Alberto. No te imaginas lo desesperada que estoy.
Obedecí y la observé, desconcertado ante semejante ataque de sinceridad alcohólica. La seguí observando con cautela. Si estuviésemos en cualquier otro sitio, la besaría ahora mismo, volví a pensar. Le tomaría el rostro entre mis manos y le besaría la boca, rozándome con esos grandes labios que tanto me gustan. Oliendo su piel y todo lo que ha sido hasta ese momento.
— Oh, venga, Alberto. Bésame de una vez. Te estás muriendo de ganas y, la verdad, a estas alturas me da bastante igual si besas peor que mi último ex.
— Yo… Yoana —pugno por dar con las palabras apropiadas— Te juro que me gustas, pero creo que estás borracha.
— Claro que estoy borracha… En fin, qué poco romántico, pero qué más da, dentro de unos años nos reiremos contándoselo a nuestros hijos —dijo echándose a reír— Bésame o me pondré a llorar, o a gritar… ¡Aaah! ¡Socorro!
— Yoana, por favor. No hagas eso —le rogué, estupefacto.
— ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! —rió entonces— ...
... Mira que eres bobo. No sólo tú, todos, todos los hombres ¿Por qué demonios os tiemblan las piernas si una mujer os pide que la folléis?
La vi debatirse entre las ganas de besarme y el miedo a las represalias. Estaba a un paso de romper las reglas, de tomar definitivamente la iniciativa y jugárselo todo. Porque si me besaba en ese momento, yo la iba a corresponder. Si ella me besaba, yo la iba a morder... Le entregaría mi lengua y buscaría la de ella. Si Yoana daba el paso, nos íbamos a fundir en un beso hasta parecer una pareja.
De pronto, Yoana me agarró de la camisa y me plantó un beso en los morros. Fue un beso fuerte, torpe y con sabor a ginebra, con la boca abierta y los ojos cerrados. Nos abrazamos con desesperación, devorándonos mutuamente durante un instante en el que el tiempo se detuvo para nosotros.
Un momento después, casi sin saber cómo, tengo a Yoana a mis pies y la verga fuera del pantalón. La abogada está verdaderamente desesperada. Mi miembro, duro como una barra de hierro, se yergue frente a su rostro a punto de tocarle la nariz. Hinchadas venas resaltan en toda su longitud, el rampante glande amoratado y brillante. Yoana lo contempla boquiabierta.
— ¡Pedazo de rabo! —exclama entusiasmada antes de envolver mi glande con su lengua por primera vez.
Según parece, se le hace la boca agua, mi palpitante capullo brilla ahora gracias a su saliva. Sencillamente, Yoana se moría de ganas de comerme la polla, nada más.
Yoana aferra mi miembro, pero sus ...