La Negra del Gimnasio
Fecha: 19/12/2023,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
La negra del gimnasio está buena de romperse, con ese culazo respingón y el pelo casi rapado que te hace pensar en follarle la boca agarrando sus orejas. Para casi todos los que van allí, esa mujer está fuera de su alcance. Para mí, no. La veo cada día, con sus estupendos modelitos que se ajustan a sus curvas como si fueran un guante. Elevan sus tetas, aplastadas bajo un sujetador deportivo que no puede esconder el tamaño de los melones de la negra, se pegan a sus cachas de tal manera que puedes imaginarte el culazo de la tipa, y a veces, cuando está en la máquina de pesas, se le pegan al chumino dibujando su raja. No hay que decir que la tía pone las pollas alerta en cuanto entra en el recinto.
Como todos, la había desnudado con los ojos y me la había tirado en mi imaginación. Supongo que la hembra sería la fulana de algún macarra que le pagaba los caprichos, a cambio de alardear de hembrón. ¡Y vaya que si podía! La tía era un espectáculo. En su escote se podían meter dos rabos y aún sobraría sitio. Y tenía unos labios de chupona... Me excitaba cada movimiento, cada posturita, cada modelito que se ponía.
Ella iba a su bola. No se mezclaba con nadie y no se paraba a charlar con nadie. Más de una vez me dieron ganas de entrarla, en plan duro, agarrándola por la nuca mientras llevaba la otra mano al conejo de la negra, a ver qué me decía. En mi imaginación, la tía protestaba, se defendía, pero sin llamar la atención de nadie en particular. Un poco después, empezaba a ...
... chorrear, insultándome, enardeciéndome, obligándome a joderla. Mientras mi mano seguía reptando por encima de sus leggins, buscando su botón de placer, ella me comía la boca y metía su mano debajo de mi pantalón, apretándome los huevos y el nabo. Lograba que la tía estallara en un orgasmo tras hundir la mano por debajo de la cintura de los leggins, escarbando debajo de su tanga con dedos febriles. Después de correrse, se ponía de rodillas delante de mí, me bajaba los pantalones y me la comía hasta que me corría en su boca. Mi semen se escapaba de sus labios, corriendo libre por sus tetas que encauzaban el líquido hacia su canalillo. La zorra seguía chupándomela, hasta que me hacía caer de rodillas. Entonces se quitaba sus leggins y se abría de piernas, mostrándome un tanga que variaba de color según el día. Detrás de aquella prenda ínfima se escondía un coño rasurado, que ella me enseñaba apartando la tira del tanga a un lado. Luego me obligaba a comérselo, a lubricar su raja hasta que, perra y caliente, se levantaba la camiseta ajustada y se soltaba el sujetador deportivo. Sus tetas eran esplendorosas. Hundiendo dos, tres dedos en su almeja, la follaba salvajemente con la mano al tiempo que ella se apretaba las tetas y los pezones. Llegaba siempre un punto en que la tía me suplicaba que le pusiera la polla entre las tetas pringosas por la lefa recibida. ¡Por Dios, que melones! La hija de puta se escupía en el canalillo, me ensalivaba la verga y se tendía de espaldas, apretándose ...