Kilómetro 495
Fecha: 25/08/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... coñito, que delicia, sin un solo vello, tal vez porque se los quitaba, o quizá porque aún no salían. Se le veía ya un poco húmedo. Era evidente que gozaba de la situación, tanto, o más que yo. Lo rozó ligeramente y dio un pequeño saltó. No podía permanecer como simple espectador. La jalé hacia mí y le metí dos dedos de un sólo golpe. Le dolió, lo supe, pero ella no hizo nada para demostrarlo. Por el contrario, tomó mi brazo y lo empujó hacia ella con fuerza. Me rogó que la masturbara.
No me hice del rogar. Comencé un violento mete y saca que en poco tiempo, la habían convertido en una fuente inagotable de eróticos fluidos y sonidos. Mi polla había recuperado la dureza que perdió, al eyacular en su boca. La apretó con su temblorosa mano y comenzó a masturbarme también. Nuestras maniobras parecían coordinadas. Ella bajaba y subía por mi falo, rodeándolo con sus dedos; yo metía los míos en su conchita. Los dos nos movíamos, dándonos instantes de plena satisfacción, pero ella dejó de hacerlo cuando tomé su hinchado clítoris. Se retorcía, casi escapando de mis caricias. No faltaba mucho para que se viniera, pero no quería hacerlo de esa forma.
-Por favor, penétrame. Necesito tu verga. La quiero dentro, destrózame con ella. - Me suplicaba.
Esas palabras en la boca de una niña, resultaban mucho más excitantes de lo que eran. Saqué mis dedos de su vagina y le señalé mis piernas. Se acomodó sobre mí. Para estar más cómodos y no terminar, como había dicho ella antes, en el ...
... fondo de un barranco, le pedí que esperara un poco, hasta que estacionara el trailer a la orilla del camino. Ella se negó, quería ser follada sin detenernos. No podía decir que no a ninguna de sus peticiones, así que sólo disminuí la velocidad. Agarró mi miembro por la base y colocó la punta a la entrada de su cuevita. Se sentó sobre él, hasta que lo tuvo todo adentro.
Lo mojados que estábamos los dos, facilitó que así lo hiciera. Nada más de sentir la calidez y lo estrecho de su gruta, podría haber muerto con gustoso. Se cerraba sobre mi pija de una manera exquisita. Comenzó a auto follarse con ella, sin contemplaciones y sí con muchas ganas. Ese tramo del camino era mucho más empedrado; los brincos que daba el trailer se sumaban a los de ella, y aumentaban el placer que ambos sentíamos. Sus pequeños senos se apretaban contra mi pecho. Sus suspiros soplaban en mi oído. Mi piel se erizaba. No aguantaría demasiado.
Ella tampoco resistió mucho. Había un gran bache, que provocó que mi verga saliera por completo de su cuerpo, para después volverla a ensartar hasta el tope. Con tan terrible estocada, el frágil cuerpo de la chamaquita se convulsionó en un orgasmo, que debió haber sido, tan fuerte como sus gritos. Mis huevos empezaron a bombear semen hacia el exterior, pude sentirlo. Lo retuve lo más que pude y finalmente exploté como nunca, inundando su cuevita con abundantes chorros de leche caliente. Busqué su boca. Por un momento cerré los ojos. La tomé de la nuca y sentí mi ...