1. Kilómetro 495


    Fecha: 25/08/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Fue de caminó al norte del país cuando la conocí. Trabajaba como chofer para una empresa de mensajería. En aquella ocasión, transportaba mercancía hacia Tijuana. Llevaba ya varias horas sobre la carretera. Me había encontrado pocos vehículos circulando rumbo al mismo destino, por lo que pude meter el acelerador al máximo y ganar unos minutos de ventaja. Decidí usar parte de ese tiempo parando en una cafetería, situada al lado de un hotel de paso, al que en días de extremo cansancio, acostumbraba llegar.
    
    Bajé del trailer y entré al pequeño, pero acogedor sitio. Lo primero que hice, como atraído por una fuerza externa e inexplicable, fue voltear hacia una de las mesas. Ahí estaba ella, sentada, tomando una taza de café. Era apenas una niña; diecisiete a lo máximo, calculé. Ni siquiera las perforaciones en sus cejas y nariz, o el maquillaje color negro, la hacían lucir mayor. Su corta cabellera, tan oscura como la pintura en sus labios y ojos, era el marco perfecto para su rostro de infantiles facciones. A primera vista podía aparentar ser una chica ruda, pero poniendo más atención, uno se daba cuenta de la inocencia que aún la rodeaba. Ese contraste fue lo que me atrajo tanto. En cuanto la miré supe, aunque suene estúpido, que estaba enamorado.
    
    Ella se dio cuenta de que la observaba. Me clavó su mirada y no pude mantenerla. De inmediato, volteé mi cara hacia otro lado. Pedí un café y unas donas para llevar. Tenía bastante tiempo de sobra, pero no podía quedarme. Si lo ...
    ... hacía, era muy probable que perdiera la cabeza. No podría permitir que eso pasara. Ella era solo una niña; a mis más de cincuenta, podría ser hasta su abuelo. En cuanto le pagué a la cajera, salí apresuradamente del lugar.
    
    Si no hubiera caminado con tanta prisa, y hubiera puesto más atención a lo que sucedía a mi alrededor, me habría dado cuenta que la chamaca ya no estaba en su mesa para cuando pagué. De haber sido así, la sorpresa de encontrarla recargada en mi trailer, no habría sido tan grande. Pero lo hice. No pude evitar tirar lo que llevaba, al observar no sólo su carita, sino el resto de su cuerpo, que también tenía esa mezcla entre inocencia y rudeza. Llevaba una falda a cuadros muy corta y de holanes, tipo colegiala. Una blusa escotada, calcetas y botas negras. Las prendas cubrían una anatomía, que a pesar de contar con unas curvas más o menos definidas, aún era la de una adolescente.
    
    Me quedé inmóvil por un rato, admirándola. Era bellísima en verdad. Prendió un cigarrillo y comenzó a fumarlo como una experta, dibujando figuras con el humo. Era una chiquilla, pero su mirada y su actitud, por momentos me hacían pensar lo contrario. Mi mente empezó a imaginar mil y un cosas. Ante la falta de sexo en las últimas semanas, esas imágenes bastaron para excitarme. Para calmarme y no tener una erección, que sería imposible de ocultar debido a los pantalones que vestía, traté de iniciar una charla, pero la voz apenas me salía. Ella tiró el cigarro al suelo, lo pisó, me ...
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