... muy fuerte pero con sus manos en mis nalgas. Yo podía sentir su pene bien tieso en mi abdomen, y cuando Jorge me besaba en el cuello se agachaba un poco y su pene se restregaba justo en mi intimidad.
Claramente sentí mi humedad mojar mi calzón, entonces sentí su mano bajo mi falda acariciándome con fuerza mis piernas y con la determinación de llegar a mi rajita. Me dio vergüenza que descubriera mi humedad que lo detuve diciéndole en tono de suplica y enojo: “No”.
Pero él insistió y entre más lograba subir por mis piernas, menos resistencia ponía yo, hasta que por fin logró sobarme la rajita por encima del calzón. En ese momento yo perdí el control de mí misma y aflojé mi cuerpo, olvidando incluso de que estábamos en un lugar público en donde además de las parejas, podían pasar otras personas, incluso niños que serían testigos de mi desvergüenza. Fue entonces que él me dijo que me quería desvirgar como a su prima.
Me asusté mucho porque por una parte yo no me había preparado para eso, ni siquiera esa idea pasó por mi cabeza al salir de casa, pero por lo excitada que estaba, parecía que por fin ese día tan anhelado y tan temido había llegado para mí. Muchas veces antes, yo imaginé y soñé con ese momento, pero a la vez me daba miedo pues mis amigas me habían dicho que dolía mucho, además de que tontamente pensé que Jorge se refería a desvirgarme ahí mismo en el parque y en frente de todos.
Entonces me tomó del brazo y me dijo: “vente”.
-¿A dónde vamos? -le pregunté.
-A ...
... un sitio más cómo y más intimo.
Calladita lo acompañé hasta la salida del parque, ahí le dije que mejor no, pero Jorge me ignoró diciéndome “vente, vas a ver que te va a gustar”. Mientras caminábamos hacia un hotel cercano yo le decía que no, que era muy pronto, que aún no estaba preparada y tantas cosas más que ahora no recuerdo.
Cuando llegamos a la entrada del hotel, yo le dije con más firmeza que no quería, incluso traté de irme pero él me detuvo y me dijo:
-¡Espera! Mira, vamos a entrar y si no te animas pues nos salimos y no pasa nada.
-No sé… es que no quiero hacerlo.
-¿Cómo sabes que no quieres hacerlo si no lo intentas?
-Es que aún no estoy preparada, tú sabes que soy virgen y estoy segura que te vas a enojar si te rechazo cuando estemos en la habitación.
-No, ¿cómo crees que me voy a enojar? Es más, si no quieres perder tu virginidad yo me conformo con meterte solo la punta de mi verga. Es que me gustas tanto que quisiera yo tener la gran satisfacción de ser el primer hombre que entre en ti, aunque sea un poquito y aunque no te desvirgue.
-Es que no sé… siento miedo… además es muy pronto y no soy una chica fácil.
-Yo sé que no eres fácil y es eso me gusta mucho de ti. Pero estás tan guapa y con ese cuerpo tan rico que me muero de ganas por estar contigo, creo que me volvería loco si tuviera que esperar más tiempo.
Sin esperar mi contestación me volvió a besar de esa forma que me gustó tanto. Cuando se separó de mí, le contesté:
-Bueno, está bien, pero ...