Eran 7:15 y Gabriela salía a toda prisa de su casa, sabía desde ese preciso momento que llegaría tarde a su trabajo, podía oler a kilómetros el enojo de su jefe, pero ella seguía sin aprender la lección, todos los días siempre llegaba tarde, ni siquiera entendió cuando su jefe le dio un ultimátum, aun así llegaba tarde.
Llego al piso con puros tropezones y sudando hasta la conciencia, dejo su bolsa y abrigo en su mesa, busco a tientas su libreta de apuntes, se peinó un poco para "disimular" y llego a la puerta de la Oficina de su jefe, toco delicadamente esta y segundos después se escuchó una voz muy fuerte diciendo "pase".
Gabriela abría la puerta con cuidado, estaba nerviosa hasta la mierda, cuando entro por completo a la oficina sentía el ambiente muy pesado, rezaba para que no la despidieran, era joven, tenía vida social y era obvio que necesitaba a veces de salir, por algo se fue a vivir sola, para tener más libertades, pero ella nunca entendió la importancia del trabajo, hasta ahora.
—Buenos días señor —Dijo ella con voz temblorosa, al notar ella eso, se compuso y trato de tener seguridad, pero no funcionó.
—Hasta que se atreve a venir señorita García, pensé que le había pasado algo, por un momento me preocupé. —Dijo el jefe con un tono despreocupado, pero se notaba como salía su enojo por cada letra que había mencionado.
—Lo siento señor tuve un per... —No terminó su "explicación" por el tremendo golpe del puño de su jefe contra la mesa.
—¡ME IMPORTA ...
... UNA MIERDA! —Se levantó de la silla, rodeó su mesa para ir directamente hacia su secretaria. —Pensé que ya habíamos hablado sobre esto, pensé que el ultimátum te iba hacer recapacitar, pero está claro que no, bueno no me voy a arrepentir de lo siguiente porque realmente usted no fue buena secretaria. —Y al oír lo último, Gabriela empezó a temblar más, también porque su jefe estaba muy cerca y olía su perfume tan delicioso que a ella siempre le encanto y que hacía que se le mojaran las bragas.
—¿Que? No, por favor señor, no me despida, necesito mucho este trabajo, pro... prometo que no volverá a pasar, lo juro, pero por favor no me despida, haré todo lo que usted me pida. —Gabriela estaba tan desesperada que la última frase podía significar mucho.
—He escuchado varios ruegos aparte del suyo señorita García, necesito que le ponga más empeño, quizás y lo considere. —Dijo su jefe en tono burlón, mientras que Gabriela pensaba en lo idiota que se estaba poniendo su jefe, estaba a punto de gritarle que se fuera a la mierda y que en 10 minutos su carta de renuncia estaría hecha, pero no lo hizo, quería más, pensaba en rogarle de rodillas e imaginaba como el la trataría como sumisa, ella arrodillada, con la cabeza abajo, desnuda, con eso sus pezones se pusieron duros como una piedra, así que siguió más a sus instintos lujuriosos que a su razón.
—Señor, sé que usted quiere algo conmigo —dijo acercándose a él, pasando sus brazos alrededor de su cuello, acercando su boca con la ...