Trío de a dos
Fecha: 03/08/2018,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: dulces.placeres, Fuente: CuentoRelatos
Lo que leerán a continuación sucedió hace unos ocho o diez años atrás, aun no tenía a mi pequeño hijo, ni siquiera había conocido a Roque, mi marido, a quien por cierto nunca le conté lo sucedido.
Era joven, alocada y dando los primeros pasos en mi vida de mujer, había terminado mis estudios secundarios y había comenzado a estudiar abogacía, carrera que dejaría en poco tiempo.
Tenía demasiado tiempo libre en esos días, puesto que mis padres se encargaban de todo mi entorno y no pasaba ninguna necesidad económica.
Fue entonces que me anoté en un gimnasio de la zona, para gastar tiempo y de paso hacer alguna actividad para mantenerme en forma, me dan bastante pereza las actividades físicas y además tengo una horrible tendencia que todo exceso de comida parece ir a parar a mis caderas.
En ese gimnasio conocí a Sabrina, una joven con la que entable relación y hubo onda desde el primer momento, yo no entendía mucho de rutinas y ejercicios, ella parecía una experta y fue mi guía en los primeros tiempos.
Sabrina era una chica de contextura normal, no sobresalía por nada en especial, pero todo era especial en ella, de carácter un tanto retraído, morena por naturaleza, rubia por elección, ojos celestes, inquietos, de naricita respingada y cara un tanto oval, no era delgada, no era gorda, no era alta, no era baja, sus pechos no eran grandes, tampoco eran pequeños, su trasero no llamaba la atención, tampoco pasaba desapercibido, la definiría como una perfecta ...
... conjunción de formas y proporciones.
Eso sí, la desgraciada tenía un cuerpo tan trabajado que daba envidia, una musculación perfecta, femenina y sanamente envidiable.
Nuestra amistad trascendió las puertas del gimnasio, nos hicimos confidentes y compartimos parte de nuestras vidas, salíamos a bailar, a cenar, venía a mi casa, yo iba a la suya, hasta compartimos una semana de vacaciones en las praderas.
Un par de años después en una de las tantas salidas nocturnas conocería a Antonio, o Tony como yo le decía, el me llevaba siete años, era uruguayo y la empresa en la cual trabajaba lo había acercado a una filial de mis pagos, cosas del destino.
El ejercía un cargo bastante importante, con muy buena paga y varios empleados y responsabilidades sobre sus espaldas.
De tez morena, ojos negros y mirada penetrante, sonrisa seductora que me derretía, cortes, gentil, siempre sabía cómo conquistarme, me sentía segura a su lado, contenida, comprendida.
En poco tiempo estaba perdidamente enamorada de él, rendida a sus pies, ese amor que te hace hacer locuras, que no te deja pensar, que te paraliza, que te deja sin defensas, ese amor en el que tu pareja puede leer tu alma, hubiera hecho cualquier cosa por el…
Así fue que como era de suponer, nuestros círculos de amistades se cruzaran, y entre tantos y tantas personas, conoció a Sabrina, pegaron buena onda y compartimos varias salidas de amigos.
Con Tony solíamos hablar mucho sobre sexo, imaginábamos situaciones, aventuras, ...