1. Rosa


    Fecha: 03/08/2018, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Mi nombre es Paty, tengo 18 años. El relato que contaré sucedió hace casi un año.
    
    Soy una chica delgada de 1.65 de estatura, de piel blanca y pelo castaño. Mis amigas siempre me han dicho que mi rostro es muy bello debido a mis facciones que son muy finas. Como lo mencioné soy una chica delgada, aun así tengo un cuerpo bien formado. A pesar de eso noté que de un tiempo para acá había aumentado algo de peso. Eso me preocupó ya que en mi familia, concretamente mis tías, son algo pasaditas de kilos. Así que decidí entrar a un gimnasio que queda cerca de mi casa.
    
    Habían pasado apenas unas semanas desde que había empezado ha asistir a este gimnasio, hasta que cierto conocí a alguien que cambió mi forma de ver el sexo y la forma de sentirlo. En esa ocasión me encontraba pagando la mensualidad a la secretaría en una oficina que está al lado del gimnasio. De pronto entró por la puerta que comunica la oficina con el gimnasio una mujer, que resultó ser la dueña de el lugar. Se llama Rosa y es una mujer impresionante, desde el primer momento en que la vi me dejó con la boca abierta. Es como de 1.80 de estatura, morena con unos músculos impresionantes, su rostro era lindo, pero lo que te llama más la atención es su cuerpo. En un momento me encontré admirando sus enormes pechos, su tremendo trasero y sus muslos musculosos y grandísimos. Ella pasó junto a la secretaria y le dijo que estaría en su oficina y que quería que entrara cuando terminara de atenderme.
    
    Ella entró a ...
    ... la oficina, cerró la puerta haciendo que el ruido me despertara de mi letargo. Le pregunté a la secretaria que quién era esa mujer, ella me contestó que era la dueña y que se llamaba Rosa. Me dio el recibo de la mensualidad y enseguida entró a la oficina. Después de eso me quede pensando otra vez en Rosa, realmente me había impresionado. Nunca antes una mujer me había dejado impresionada de esa forma. Pensé que se trataba de admiración, pero no era así y yo lo sabía. Sacudí mi cabeza y estaba apunto de dar la media vuelta cuando escuché un sonido proveniente de la oficina.
    
    Pensé que había sido mi imaginación, me puse a escuchar más detenidamente, y otra vez escuché ese sonido. Era un quejido de mujer. No sé qué impulso y me acerqué a la puerta, ésta estaba entreabierta y traté de ver lo que sucedía en el interior. Me acerqué más, no podía creer lo que estaba viendo era esa mujer musculosa sentada en un sillón, tenía las piernas abiertas y a su secretaria hincada enfrente de ella mamándole el coño. La mujer tenía a la secretaria agarrada de el cabello con las dos manos mientras emitía esos quejidos que había escuchado.
    
    Ella no tenía más ropa que un top que apenas podía contener sus tetas, los pezones erectos se le marcaban claramente y su respiración era acelerada. De pronto tomó con más fuerza a la secretaria y sumergió la cabeza de ésta en su coño y se vino. Tuvo un orgasmo bárbaro. Lo supe por cómo tembló por un momento levantando la vista al techo y soltó un ...
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