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PAPÁ SE FOLLA UNA BURRA
Fecha: 20/04/2022, Categorías: Zoofilia Tus Relatos Autor: Roberto, Fuente: drugsounds.ru
Cuando mamá estaba a punto de dar a luz a mi hermanita, mis padres decidieron que yo fuera a pasar unos días en la casa de campo de mis abuelos paternos, pues de aquella se paría en las viviendas (no en el hospital) y no era conveniente que un niño tan pequeño viviese todo el trajín que conllevaba el parto. Así que mi padre me llevó a casa de mis abuelos (sus padres) en medio de la montaña. Aquella noche él también la pasaría en casa de estos, pues ya era tarde para volver a la ciudad. Decir que mi pobre padre andaba más salido que un mandril, llevaba semanas sin chingar con su esposa, pues mami decía que si follaban el bebito podía salir nervioso. De manera que me imagino que mi padre estaba deseoso de meter su polla en una buena chucha. Y esto fue lo que ocurrió. Dormíamos papá y yo en el mismo cuarto. Pasada la medianoche él se levantó de su cama procurando no hacer ruido, aunque yo me enteré. Pensé que iría a hacer pis o beber un vaso de agua, pero al ver que tardaba mucho me levanté a buscarlo. Y no estaba ni en la cocina ni en el baño así que miré por la ventana y observé que había luz en el establo. Me puse las zapatillas y aun con el pijama dirigí mis pasos a las cuadras. Lo que vi me dejó de piedra. A la luz de un farol, papá se disponía a chingar con la burra de mis abuelos. Le introdujo un dedo al animal en la concha, después dos, hasta empezar a bombearla para ver su reacción. La burra se dejaba ...
... complacida y su concha sonrosada empezó a abrirse y cerrarse y a soltar fluidos demandando poronga. Papá se subió a un cajón de madera para poder alcanzar la chucha con su poronga, y empezó a bombear con frenesí, tan caliente estaba el pobre. Mientras follaba gritaba el nombre de mi madre, hasta que cuando se corrió dentro de la burra dijo: ¡Burrita, chingas mejor que la puta de mi mujer! Yo permanecí escondido hasta que él salió del establo. Entonces me acerqué a la burra y observé como se deslizada fuera de su chucha la lefada abundante y espesa de mi papá. Sentí un placer infinito al pasar la lengua por aquella concha que seguía excitada y bebí los restos de mecos de mi papá. Luego, me subí yo al cajón y empecé también el bombeo. La leche depositada anteriormente por mi padre facilitaba las embestidas y el calorcito de la vagina del animal me trasladó a la gloria, hasta que me corrí abrazado al trasero de la burra. Y aún tuve el coraje de repetir de forma parecida las palabras que había escuchado a mi padre: ¡Burrita, chingas mejor que mi puta madre! Cuando llegué al dormitorio ya mi padre dormía como un ceporro, ni se había dado cuenta que yo no estaba cuando regresó de follar a la burra del abuelo. Pero me alegró verlo dormir tan feliz y relajado: al fin había descargado toda la lefada que acumulaba por culpa de la insensible de mi madre. Soy Roberto, ¿te ha gustado mi historia? Real como la vida misma.
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