Mi primera vez con un alumno
Fecha: 29/11/2021,
Categorías:
Jóvenes
Tus Relatos
Autor: Ashley, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
Hola, me llamo Ashley, tengo 25 años. Soy maestra de secundaria desde un poco
antes de salir de la universidad, imparto la materia de Biología.
La aventura que les contaré a continuación sucedió hace 3 años, yo tenía 22,
apenas hacía un año había comenzado a trabajar en esta escuela. Era la maestra
nueva y la más joven de la planta docente. Algunos profesores y administrativos se
me insinuaban un poco, aunque en ese entonces prefería ignorarlos. Los alumnos
también de vez en cuando se quedaban viendo mi trasero, que yo hacía resaltar con
pantalones muy apretados, aunque nunca pasaban de miradas lascivas, asumía
que era algo normal de la edad de los chicos con los que trabajaba (entre 12 y 15
años, vamos, en plena adolescencia), así que las ignoraba, sin decirles nada a mis
alumnos.
Pero había un alumno que especialmente se quedaba durante clases embobado en
mi cuerpo. Cuando llevaba falda, cada que me sentaba intentaba ver debajo de ella;
cuando llevaba pantalones ajustados, él perdía su mirada entre mis nalgas, como
tratando de imaginar qué habría debajo; así con cada ropa, estaba obsesionado
conmigo. Por lo mismo de perderse en mí, sus calificaciones no eran las mejores,
no prestaba atención en clases. Los exámenes siempre los reprobaba. De vez en
cuando reviso los cuadernos de mis alumnos para ver sus apuntes, es una forma de
ayudarles, pues casi siempre están completos y así les doy unos puntos, pero el
cuaderno de este alumno (que a partir de ahora ...
... llamaré José) nunca estaba bien,
siempre tenía los apuntes a medias, hojas en blanco: un desastre.
Lo anterior le bajaba mucho su calificación, pero sus tareas eran perfectas, siempre
eran de 10, por lo que yo sabía que tenía las capacidades. Así que un día a mitad
del ciclo cuando terminé la clase, le pedí que se quedará un poco para hablar con él
de su desempeño. Así lo hizo.
—¿Qué pasa contigo? A este paso reprobaras el curso —dije—, y no quiero eso,
porque me he dado cuenta por tus tareas, que siempre entregas, que eres bueno,
que tienes las capacidades. Pero no sé qué pasa contigo en el salón, en todo lo que
tienes que hacer aquí, te va mal.
—Perdón, maestra. No es mi intención —me dijo con debilidad—, de verdad me
importa su materia. No quiero que piense lo contrario, ni nada. Pero... —se detuvo,
como pensando cuidadosamente qué diría a continuación.
—¿Pero qué? Acaso hay algo que yo hago mal en el salón que haga que no te
interese tomar apuntes ni hacer los exámenes.
Agachó su mirada.
—No, profesora. De verdad, no. Usted es una excelente profesora, pero no sé
porqué no puedo concentrarme.
—Bueno, mira, ya va a ser el cambio de clase y no quiero que llegues tarde a tu
siguiente clase por mi culpa. Por lo que te quería hablar era para pedirte que
tuviéramos clases de regularización, para ver si así podemos recuperar lo que has
perdido este año. ¿Qué te parece?
—Sí, maestra. De verdad creo que podrían ayudarme mucho. ¿Dónde y cuándo
serían?
—Eso es ...