1. Me toca los cojones


    Fecha: 12/09/2023, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    e toca los cojones tener que dejar de hacerlo de manera literal, coger el coche a estas horas de la noche y cruzar media ciudad para devolver a su casa a Bea, la amiga de mi hijastra. Pero las madres han quedado en eso, así que a mi no me queda más remedio que resignarme, levantar el culo del sofá y bajar al garaje.
    
    Hace ya más de cinco minutos que le he hecho una llamada perdida a Sandra, pero su amiga sigue sin aparecer por el portal. Dejo el coche en doble fila; espero y me fumo un cigarro. Vuelvo al coche y sigo esperando. Cuando se digna a aparecer lo hace sin decir palabra y sentándose en el puesto del copiloto.
    
    - ¿Qué tal lo habéis pasado?- pregunto por decir algo.
    
    - Sin más- contesta secamente. Podría seguir preguntándole, comentarle algo de la película que han estado viendo, podría comportarme como un buen padre y preguntarle por el chico con el que tontea mi hija, pero me resigno a veinte minutos de conducción nocturna en silencio.
    
    En realidad el silencio dura poco, lo que tarda su teléfono en sonar. Bea rebusca en la mochilita que ha dejado sobre su regazo. No puedo evitar echar un vistazo, reconozco la imagen de perfil de Sandra en la aplicación de mensajería, me pregunto qué diablos tienen que decirse tres minutos después de haberse despedido. Centro la vista en la carretera mientras intuyo a mi derecha su rápido mover de pulgares entre risitas y el constante sonido de nuevos mensajes entrantes.
    
    La amiga de mi hija vive en la otra punta de la ...
    ... ciudad. Conduzco tranquilo, el tráfico es prácticamente inexistente, la carretera no ofrece más estímulo que alguna rotonda y muchos semáforos en rojo con los que ralentizar las largas rectas de los barrios modernos. Beatriz sigue a mi lado sin prestar atención, la cabeza gacha, la vista fija en un teléfono móvil que no deja de chirriar. Debe tener la edad de mi hijastra, escasos dieciocho años; cuando conocí a su madre y Sandra entró en mi vida, ellas ya eran amigas. Lleva el pelo recogido en un moño alto, desordenado, apenas sujeto por una goma, tiene la tez blanquecina, con unas cuantas pecas sobre las mejillas, como si le hubieran resbalado desde la nariz, los labios entreabiertos de vez en cuando sueltan un amago de risa al leer los mensajes de su celular. Viste una camiseta blanca sin mangas, bastante ajustada, mi vista al perderse bajo los hombros no pudo comprobar el color de su sujetador, y unos shorts vaqueros que apenas se ven pues ha colocado una ligera mochila negra sobre sus muslos. ¿Si me atrae? Para no tener que responderme mi mente trata de pensar en otra cosa; cada vez que tengo que detener el coche mis dedos repiquetean el volante, saltan por el panel de control. Enciendo la radio, no quiero oír malas noticias, la música que encuentro no me gusta y el programa deportivo de la noche me cansa al minuto. Abro las ventanillas, pero la noche es calurosa y sin pizca de brisa, opto por encender el aire acondicionado. Claro que me atrae, el problema es que yo a ella no. ...
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