La historia de Ángel, solo era un muchacho (35)
Fecha: 11/03/2023,
Categorías:
Gays
Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
Los días pasaban, la normalidad había regresado a nuestras vidas sirviendo de paz y sosiego. Habían transcurrido dos semanas desde que Pablo se marchó y no habíamos tenido acontecimientos reseñables salvo unos pocos.
A partir del lunes tenía mis tareas que cumplir, preparar las clases de mayores en la hacienda de don Ernesto y seguir las instrucciones de Guido y Oleguer, mis profesores, para hacer mis propios estudios.
Hablaba todos los días de la semana con ellos recibiendo sus consejos y pasándoles los ejercicios cumplidos, para volverlos a recibir con las observaciones de los errores que cometía.
El padre de Álvaro me autorizó, pues ya tenía mi licencia de conducir, a coger el coche que necesitara para mis desplazamientos, pero Victoria, prudentemente, sugirió que mientras hubiera nieve en las carreteras y caminos sería preferible que otras personas más diestras me llevaran y trajeran.
Precisamente estábamos pasando una dura temporada en lo que a nevadas y fríos intensos se refería, y las previsiones de los hombres entendidos no eran muy esperanzadoras, preveían que tendríamos nevadas, acompañadas de frío y vientos, hasta la primavera.
Como ya adivinaba de antemano la labor de recogerme cada día recayó, preferente en Marcos, a veces era Eliseo y muy raramente algún otro joven empleado de don Ernesto. Me trataban bien y con respeto, dentro de lo que era habitual, y a veces dejaban salir a la superficie su creencia de seres superiores por ser viriles y ...
... machos.
Nada que yo no pudiera torear, o esa era mi creencia. Me recogían después de la comida y una pequeña siesta que acostumbraba a tomar, para relajarme de la intensas horas de estudios donde me esforzaba todo lo que podía y era capaz. Eliseo y Marcos no atendían las clases, no las necesitaban como tampoco los empleados mas jóvenes. Se trataba de los mayores que no habían podido cursar estudios de tipo alguno.
Cuando faltaban minutos para finalizar la clase llegaba Marcos, se colocaba displicentemente apoyado en la puerta, con las manos dentro de los bolsillos de su vaquero adoptando una pose de aparente indiferencia.
A veces le miraba y él me sonreía haciendo gestos con los labios, preguntando sin palabras cuando terminaría la clase, su actitud me hacía gracia y no podía contenerme de mirarle en su actitud altiva de hombre de campo.
Los pantalones vaqueros le eran habituales, como si no tuviera otros que ponerse, con una camisa a cuadros, de fuerte tela que a veces llevaba por fuera y abierta, enseñando una camiseta de cuello de barco por donde se le salían los duros y abundantes pelos del pecho.
Seguramente no fuera su intención, pero parecía que le gustaba exhibir sus atributos viriles, de verdad bien remarcados bajo la ajustada tela que no escondía la longitud y grosor de la verga corriendo por la pernera, ni las dos redondas y abultadas pelotas que eran sus testículos.
Todo un sensual y erótico espectáculo que me mostraba desde los metros que nos ...