Fecha: 01/12/2022,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Era un viernes de julio de lo más caluroso, tanto que ni con todas las ventanas abiertas y con menos ropa que Tarzán, se podía estar en casa. Yo tenía trabajo pendiente, mi mujer una boda familiar, de la que me había escabullido vilmente, y los niños se habían ido a pasar el fin de semana a casa de unos amigos. En algún otro momento habría pensado en organizar alguna sorpresa a Natalia, pero en esta ocasión yo sólo tenía la cabeza centrada en el trabajo, tenía que hacer una entrega pronto e iba retrasado en su escritura. Así que jamás pensé que se fuese a dar lo que más tarde, mucho más tarde, ocurrió. No creo que ninguno de los dos se lo esperase.
Llegaron las ocho de la noche y Natalia se acercó al despacho para darme un beso y decirme adiós. Estaba magnífica, un vestido negro ajustado que quedaba a mitad de muslo y un escote generoso, pero que no dejaba ver nada. Zapatos de tacón y un suave olor a vainilla que impregnó la habitación durante toda la noche. En otra ocasión la hubiese dicho algún piropo y quizás alguna tímida obscenidad, pero en aquel día mi cabeza estaba en otro tipo de ficciones.
- ¿Voy bien? No me gustaría ir demasiado.
Demasiado, ¿qué? ¿Demasiado guapa? ¿Demasiado sexy? ¿Demasiado vestida? ¿Demasiado arreglada? Se hubiera merecido cualquier salida de tono, pero como digo aquel no era mi momento. Así que asentí tontamente con la cabeza y la miré brevemente.
- Estás estupenda.
- ¿Sólo eso? ¿No me vas a decir nada más? Nada de, ten cuidado con ...
... lo que haces, o un ¿llevas bragas? ¿Nada?
La volvía a mirar y sonreí, o eso quiero creer.
- No creo que deba tener miedo, de eso. Vas muy guapa cariño.
Natalia soltó un suspiro de resignación y me dio un leve beso en los labios. Se ajustó el vestido y volvió a suspirar. Dio igual, yo casi ni separé la vista de la pantalla.
- En fin, espero que por lo menos te cunda.
Solté un `que te diviertas’ que dudo que escuchara porque la puerta se cerró a la vez.
Desconozco cuanto tiempo estuve centrado en mi procesador de textos, las palabras fluían con cierto ritmo y me sentía si no inspirado, por lo menos si eficiente. Supongo que si no llega a sonar el mensaje del teléfono hubiese seguido escribiendo mucho más tiempo, pero sonó. Fue entonces cuando me di cuenta de que la noche había llegado y que era realmente tarde, tanto que ya no era viernes. Era un mensaje de Natalia diciendo que se lo estaba pasando muy bien y que esperaba que me estuviese cundiendo, y que la gente había preguntado por mí. Esto último lo dudaba mucho, pero no era cuestión de hacérselo ver a mi mujer, a fin de cuentas era su familia.
Miré la hora y luego el ordenador. Tenía hambre y era tarde. Dudé sobre si seguir o no trabajando, pero en mi interior sabía que ya me había exprimido todo lo que había podido y que volver a teclear únicamente serviría para frustrarme. Así que fui a la cocina y me preparé algo ligero. Me senté frente a la tele e intenté ver la nueva temporada de Stranger Things. ...