Dos Amigas y un pueblo
Fecha: 07/11/2022,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... con el que habían comido.
- ¿Es que en este pueblo todo el mundo se conoce? - Preguntó Silvia mientras se escurría el pelo de su larga melena.
- Tú lo has dicho... Es un pueblo. Yo soy amigo de la infancia de José María, y el señor de la leña es su tío Don Eusebio, dueño de esta casa.
- Encantado niñas. - Dijo estrechándole unas gruesas manos endurecidas por el campo. - Como si estuvierais en vuestra casa. Chaval, te ayudo a llevar a tu chica hasta una cama que tengo ahí - Dijo señalando un sofá cama ubicado en un extremo del comedor.
Colocaron con cuidado a Amelia en la cama.
- Creo que deberías quitarle la ropa mojada para que no coja una pulmonía.
Al instante, todo el mundo de la casa desvió su mirada hacia la pareja.
- ¡A lo vuestro! - Dijo Gorka, el novio, con el ceño fruncido.
El joven se las apañó para despojarle la ropa mojada sin desvelar nada del cuerpo de la chica gracias a las sábanas.
- ¿Y vosotras qué? ¿queréis constiparos? - Hugo sonreía con malicia y señalaba la camisa empapada de Sara, la cual transparentaba perfectamente la forma del sujetador.
El gigantón de Mateo no quitaba ojo de Sara. Una rápida mirada hacia el top de Silvia evidenciaba sus diminutos pechos, que apenas eran dos ondas en su top a rayas.
- ¡Ya te gustaría a ti! - Respondió Silvia.
- Creo que no es al único que le gustaría - Dijo Sara señalando con la barbilla a Mateo.
- Lo siento chicas. Es que chicas como vosotras no hay en el pueblo. - Dijo el ...
... aludido avergonzado.
- ¡Sois unos cerdos!
- Bueno, creo que lo mejor sea preparar una copa para entrar en calor- Dijo José María yéndose hacia la cocina.
- ¡Buena idea, te ayudo! - Sara huyó del comedor dejando a su amiga sola con aquellos cuatro hombres y la durmiente.
José María estaba agachando rebuscando entre varias botellas de cristal.
- ¡Hola! ¿Cómo te puedo ayudar?
- Coge vasos de ese armario por favor - Dijo señalando un armario de gruesa madera que colgaba de la pared.
La chica lo abrió y a duras penas llegó hasta los recipientes. Se puso de puntillas y cogió uno. Sonriente, lo dejó en la encimera y repitió el proceso con el siguiente pero se tuvo que parar en el acto el susto que se había dado. José María estaba a su espalda, y había apoyado ambas manos en su trasero. Aquello no era un accidente, ya aquel chico con pinta de buenazo estaba apretándole la bermuda manoseando su pequeño y duro culo. Puesto que el lugareño no dijo nada, ella tampoco lo hizo y repitió el proceso hasta que recuperó siete vasos. Se giró, y extrañada, su acompañante estaba sacando refrescos del frigorífico. Como si no hubiera pasado nada, entre el chico y ella prepararon varios combinados y él los llevó en una bandeja hasta el comedor.
- ¡Aquí están las copas! - Dijo Sara con entusiasmo. - ¿Por qué estáis todos tan serios?
- Tía, aquí el primo, que no ha dejado de tirarme los trastos. Ya iba a ir yo a la cocina.
- Relájate Silvia, que estamos de vacaciones.
- Sí, ...