Abrazo de oso
Fecha: 04/11/2022,
Categorías:
Bisexuales
Autor: Macho, Fuente: CuentoRelatos
... Acariciaba mi espalda, me besaba el cuello, mientras me apoyaba sutilmente su estoica poronga sobre las nalgas. Fui dejándome llevar por la actitud paternal de sus mimos y la cola de su esposa abrazando mi virilidad, pero tenía totalmente claro que era imposible que semejante verga me cogiera.
Había tocado, pajeado y chupado su grosor previamente, y su dimensión superaba cualquier intento de animarme a probar. No había chances. Pero el Señor, que era un poco más alto, más fornido, más curtido e incluso más adulto que yo; comenzó a hurgarme la cola con su pene. Lo dejé jugar un poquito, confiado en que en cualquier momento podría pararlo. El señor ya me tenía abrazado desde atrás sobre mi pecho y con la cabeza de su pene presionando para entrarme. No había forma de que me entrara, así que decidí decírselo para no entusiasmarlo con un deseo imposible. El señor apoyaba su cabeza en mi ano y salía. Apoyaba y salía. Mientras yo le explicaba que no me iba a entrar, que era muy grande. El señor apoyaba cada vez más fuerte y salía. "Basta, no me va a entrar", le decía. El señor apoyó nuevamente, pero ya no quería salir.
Empujaba para seguir entrando. "¡No, no!", le dije, "No me entra, me está doliendo". Pero parecía que el Señor no me escuchaba, o mejor dicho, no quería escucharme. Me abrazaba cada vez más fuerte sobre el pecho y empujaba cada vez más adentro. "¡Basta! por favor", le dije, "Me duele, ¡me duele!". La rubia se dio cuenta que yo estaba temblando y mi cara se ...
... había transformado de dolor y temor. Así que se retiró de mi penetración y le dijo a su marido: "Pará mi amor, le estás haciendo mal". Pero sin aceptar su indicación, el señor me abrazó aún más fuerte y me la mandó hasta el fondo. "Le está doliendo mi amor ¡pará!". Sentí la verga de ese hombre que rajó mí ano y comenzó a bombearme desesperado.
El dolor se mezclaba con la impotencia de no poder moverme, me tenía abrazado muy fuerte, inmovilizado. Me entraba y salía hasta el fondo, tan brutalmente que en un momento decidí entregarme, porque forcejear lo hacía aún más doloroso. El ardor comenzó a anestesiarse con sus embestidas, pero me estaba cogiendo contra mi voluntad. Tenía ganas de llorar, pero no me salían las palabras para frenarlo. No podía entender cómo habíamos llegado a ésta situación, si todo venía tan bien, tan cariñoso, tan lindo: Y ahora me estaba violando. Ni su mujer podía frenarlo.
Sinceramente, no recuerdo bien cómo terminó todo. Indudablemente, mi mente selectiva dejó todo ese final de la noche en una nebulosa muy difícil de reconstruir. El recuerdo de aquella situación se hizo cada día más morboso para mi. Si bien el dolor invadió el final de aquel encuentro, hoy recuerdo con afecto cada centímetro de esa enorme verga ingresado por la fuerza. Y la obligación de entregarme a su voluntad inmovilizado por su potente abrazo, alimentan mis ratones masoquistas. Claramente fue una violación, claramente no lo quise hacer, claramente me dolió mucho y quería que ...