... habitaciones y salimos todas en una Van, a la zona de antros, al Antro convenido. En el interior, el Antro era ruidoso y animado. La gente se amontonaba alrededor del bar y la pista de baile estaba llena. Más gente se alineaba en las paredes o en las pequeñas mesas esparcidas por el Antro. Una escalera conducía a una zona de loft, con sofás bajos y una segunda barra; la gente también se alineó en la barandilla, algunos hablando entre ellos, otros simplemente mirando a la multitud en la planta baja.
Tan pronto como llegamos, Raquel se separó de nosotras regresando rápidamente, para guiarnos a la barra, donde el equipo campeón, nuestras rivales estaban sentadas en taburetes y nos esperaban con gusto y alegría. Un par de chicos estaban parados cerca. No es de extrañar; la juventud y las hormonas siempre van de la mano.
Las chicas se fueron integrando como amigas de toda la vida, quien diría que unas horas antes se tendían a patadas figurativa y literalmente, fui saludando una a una hasta que lo vi, deteniéndome en seco, Marcos, mi entrenador rival que durante el todo el torneo se había portado de lo más pesado.
Yo: Hola- lo más fríamente posible
Marcos: Bueno, mierda. Supongo que debería estar pidiendo perdón ahora mismo - con una sonrisa tímida- por lo intenso que estuve durante el torneo.
Yo: Pues sí que te pasaste de cabrón, antes no mandaste alguna de las muchachas al hospital-con la cara enrojecida-Idiota.
Marcos levantó las manos con las palmas ...
... hacia adelante y dio un paso atrás.
Marcos: - Calma, dalai, dalai, no planeaba lastimar a nadie. Es un deporte de contacto y como tal le exijo a mis alumnas que den todo en la cancha. Pero ahora que estás aquí, podemos ser amigos.
Yo: Así estoy bien, Gracias – ignorándolo.
Marcos: Voy a dejarles chicas chicas, para que disfruten su noche de chicas- diciéndole a su equipo- Entrenadora la oferta sigue en pie, si quieres esa bebida, avísame -Retrocedió unos pasos, luego se fue a la pista de baile.
Todavía molesta me senté en la barra e hizo una señal al camarero. Las chicas estaban mirando.
Laura ¿Está todo bien, Maestra? -preguntó, un poco vacilante.
Yo: Tratando de calmarme, respirando hondo -Sí. Es solo que ese idiota todo el partido, estuvo mandando a sus jugadoras a golpearte y te pudieron lesionar de por vida, ¿sabes? Y ahora él está pasando un buen rato como si nada hubiera pasado.
Laura: Maestra, desde que integramos el equipo sabíamos que era un riesgo lastimarnos, además, no paso a mayores, es solo un juego, y las muchachas y Él ya se disculparon conmigo, ¿por eso estamos aquí o no? – parándose frente a mi haciendo su baile de la victoria, sacándome una risa.
Por un momento todos estuvimos ocupados pidiendo bebidas. Aproveche el tiempo para reflexionar y controlarse. Laura probablemente tenía razón, y lo que podía hacer un adulto maduro era aceptar la disculpa de Marcos, y en realidad era Laura con quien debería disculparse, lo cual ya había ...