... pensar un día va a venir tu mujer y se nos arma…. ¿o tu marido?, nooo dijo ella él, no, él está feliz cuidando a mi hija, y con eso lo tengo en casa. Bueno, voy a cerrar, la puerta yo, cuando la vi cruzar, ella tenía desabrochada ya la campera, y la camisa, también.
la puerta, con silenciador tardo en cerrarse, me dio tiempo, el morbo pudo mas, Luego ella se acerco a cerrar, ella dijo, ese olor, y volvió a abrir la puerta, y miro para todos, lados, y dijo, ¿cocitaaaa,’ mientras le echaba llave a la puerta. ¿Qué perfume traes?, queee dijo el otro, no, nada debo estar loca, ya te sacaste todo, que me dejas para el misterio. Cosita rica.
Yo no lo podía creer, cosita, le decía a él también, y a cuantos, ya les dice igual..
Luego, me acerque, un poco más, para ver, y si podía filmar, algo para el recuerdo, y fue de aquellas jornadas. Le vi el rostro y pensé que, ya se entregaría y ni se fijaría en cuidarse, se la notaba muy caliente. Y yo parado ahí, entre los mapas, como un espectador privilegiado, en vez de matarlos, y pasaría como emoción, violenta, no, solo miraba, y escuchaba, decir que pensaba en tener un hijo de este tipo, que ni se si conoció en esta noche, que tiene al hijo de este en su clase, y que se ratonea con la idea cada noche. ¿Tener un hijo ¿ ¡Clavame,! Clavame! dijo lujuriosa, entregada a los brazos, de este secuestrador de sentimientos. Yo creía que ella seguía asustada, por eso no la tocaba, respetando su espacio, por el luto, perdimos un hijo que ...
... por milagro, engendramos, tiempo después que ella tuvo que cubrir clases en la escuela nocturna.
Nunca la había visto tan desesperada, por una verga, jamás, quería que le incendien la argoya, pero yo como marido, cedi, a mi calentura, morboso total, la tenía a mi alcance, jadeante, loca, caliente, lista para ser comida, por ese tipo, que la tenía a su merced.
Y ella se iba a sacar las ganas, de coger, con quien quisiera, ufff, comenzaron a jadear, y se miraron, y ella susurro, soy tuya, cosita, cuando torpemente, el tipo desabrochándose la camisa, se abalanzó sobre ella, haciéndola golpearse las rodillas, contra un escritorio, rasgando, su calza, desde la rodilla hasta su cadera, lo que abrió el camino de la lujuria, y metió sus manos, dentro de sus nalgas por el tajo de la calza.
y ella se tapó la boca, de placer y calentura. La tomo de los brazos se los cruzo a la espalda, abriéndole desde atrás toda la camizola, quedando abierta, reclinándola hacia él y en el reflejo del vidrio, se veían sus senos, turgentes de pezones eréctiles, y su respiración entre cortada.
Le quita la camisola, hasta las muñecas, y le ata con ella las manos, y ella gime, y gime de placer, para darle besos, y mordiscos en la espalda, apasionado, con la urgencia de un calenturiento adolescente.
Pero en cambio era un hombre mayor, de chaqueta verde, entallada, que quedo en el suelo, con sus estrellas, y galones. Lorena abría sus piernas, para que la viera mojada, estaba empapada, húmeda, el ...